Una de las grandes riquezas del Valle de Benasque son las iglesias románicas; aunque algún representante político de nuestro entorno considere que “el patrimonio cultural no da de comer”. Como decía Josean Villalabeitia (Hermano de La Salle) respecto a las iglesias románicas de nuestro Valle, “su presencia entre nosotros reviste una enorme importancia histórica, social, artística, económica… ya que esos vetustos edificios son elocuentes testigos mudos de una época en la que en las márgenes del Ésera se vivía de manera muy diferente a la de nuestros días.”
Leemos en la Ley 3/1999 de 10 de marzo del Patrimonio Cultural Aragonés: «El Patrimonio Cultural Aragonés constituye, en su conjunto, uno de los testimonios fundamentales de la trayectoria histórica de la nacionalidad aragonesa. Sobre él se configuran los signos de identidad que definen la idiosincrasia del pueblo aragonés y se convierten en su más relevante valor diferencial.»
San Martín de Chía se corresponde con el área de influencia temporal, geográfica y arquitectónica del románico lombardo. Este estilo surgió en el siglo IX en la región italiana de Lombardía, que se extendió desde el norte de Italia a los Pirineos orientales a través de la costa mediterránea. Estos artesanos lombardos se significaron por su manera de resolver el problema de las bóvedas. Muy posiblemente, los maestros lombardos estuvieron unos años por el valle, pero parece que marcharon pronto hacia los valles orientales, dejando aquí las construcciones en manos de artesanos de la piedra y la madera a los que habían mostrado la manera de llevarlas a cabo aunque no tuvieran la misma habilidad y destreza que los maestros.
La parte original de la iglesia (ábside, nave principal y parte de los muros) está datada en el siglo XII. Las capillas laterales son del siglo XVIII. En el obispado de Barbastro hay archivada una carta del vicario de esta iglesia del año 1.792 que habla de retablo de San Martín y manifiesta haber construido las cuatro capillas: “sólo tenía un retablo, aunque decente y ahora yo he hecho cuatro capillas; en dos he hecho retablos de madera, aunque falta dorarlos…”(1)
Esta pequeña iglesia de nuestra localidad se construyó con:
- sillarejo (piedra pequeña y poco trabajada, si se compara con la sillería auténtica), regularmente colocados en los muros y el ábside,
- nave de bóveda de medio cañón algo apuntada sobre un arco fajón,
- mechinales que atestiguan el uso de andamios,
- zócalo-banqueta emergente de fábrica de mampostería en el muro del ábside,
- ábside semicircular cubierto por bóveda de cuarto de esfera, adornado en su exterior con un friso de canecillos o ménsulas de cavetto de piedra tosca que sujetan la cornisa biselada de la cubierta -también de piedra tosca- y con dos lesenas rinconeras (actualmente sólo una es evidente, ya que la otra queda cubierta por la sacristía que se construyó siglos más tarde),
- ventana de doble derrame en el centro del ábside, con arco de medio punto recortado en piedra tosca y dinteles de piedra toba enterizos, similar a las de los ábsides de Villarrué o San Aventín de Sahún,
- otra ventana al sur, tapada por la sacristía de construcción posterior.
El ábside carece de los típicos arcos lombardos que podemos ver en la iglesia de Nuestra Señora de Gracia de El Run o en la de Conques; sin embargo, el friso de canecillos o ménsulas de cavetto de piedra tosca que sujetan la cornisa biselada de la cubierta -también de piedra tosca- le dan un bello encanto. Está orientado al Oriente, como todas las iglesias de estilo románico. Las proporciones y la geometría de este sencillo ábside, lo hacen especialmente hermoso. La cubierta conserva el enlosado primitivo de pizarra.
El interior de las iglesias románicas estaba todo decorado con imágenes de la Biblia o de la vida de los Santos para “instruir” a los fieles en la fe católica. No nos consta ninguna decoración de los muros interiores o exteriores, pero sí un frontal de madera policromada del románico tardío del siglo XIII de la “Escuela de Ribagorza” que se exhibe en el Museo de Arte de Cataluña. Es un exponente de la transición entre el románico y el gótico, con cinco escenas de la vida de San Martín. Un detalle muy poco frecuente en esa época es la firma de su autor: JOHS PINTOR ME FECIT lo que añade un detalle excepcional a este retablo. Sobre el frontal del altar de la iglesia de San Martín hicimos también una entrada en este blog.https://villadechia.es/el-retablo-romanico-de-san-martin-de-chia/
Remarcar que, en este retablo, vemos una de las primeras manifestaciones gráficas de la bandera de Aragón(2), segundo detalle que da valor añadido a esta obra de arte románico. Un elemento excepcional de esta escena, y de la tabla en conjunto, es el hecho de que aparezca sobre la cama de San Martín el emblema de los Reyes de la Corona de Aragón, siendo uno de los testimonios más antiguos de su uso. (Jose Antonio Tolosa en: https://arte-paisaje.blogspot.com/2011/12/frontal-de-la-iglesia-de-san-martin-de.html). Este retablo se hizo en la segunda mitad del siglo XIII, entre los últimos años del reinado de Jaime I el Conquistador y los primeros de Pedro III el Grande. El original de este magnífico retablo estuvo en la Exposición Internacional de Barcelona de 1929, en Signos (Huesca, 1993) y en Kyrios (Pont de Suert, 1995).
A la derecha de la puerta, en el interior, hay una pila de agua bendita empotrada en el muro y enfrente de la entrada, la pila bautismal de copa semiesférica con la fecha de 1647 esculpida.
La puerta románica, que estaría en el muro sur, se perdió al abrir las dos capillas y fue sustituida por la portada actual, también en el muro sur, pero en el extremo occidental y bajo un porche también añadido. La puerta es en arco de medio punto, con dovelas. En la clave, un relieve del que ya hablamos en este blog. https://villadechia.es/de-chia-al-cielo/
En la fachada Oeste se levanta un campanario de espadaña de dos ojos, construido en piedra tosca. Las campanas fueron requisadas durante la Guerra Civil.
En el lado sur de la finca está el cementerio en el que tienen derecho a enterramiento varias casas de Chía: Castán, Peri, Chemecás, Bringué, Ramondarcas y Sinet. La iglesia de San Martín de Chía figura en catastro a nombre del Obispado de Barbastro-Monzón.
Durante la Edad Media, las iglesias de los pueblos dependían de un monasterio, una estructura superior que era no sólo concentraba el poder religioso de su zona, también el administrativo, económico y el cultural. En lo que a las iglesias se refiere, el fin era conseguir un ambiente entre sus muros que fuera propicio a la oración y a sentirse conectados con Dios.
El monasterio de San Victorián se hizo fuerte y poderoso al aglutinar la actividad y las rentas de los pueblos que dependían de los prioratos de San Pedro de Taberna, Obarra y Urmella. La iglesia de San Martín de Chía, sin embargo, está ligada directamente a San Victorián. El rey Pedro I de Aragón (1.068-1.104) hizo la promesa de entregar el cenobio de San Pedro de Taberna con la Villa de Chía a San Victorián si conquistaba Huesca en la batalla de Alcoraz (15 de noviembre de 1096). https://villadechia.es/chia-san-jorge-y-la-batalla-de-alcoraz/ Pedro I, mientras vivió su padre Sancho Ramírez, fuer rey de Ribagorza y Sobrarbe. En 1909 expedía el correspondiente privilegio, aunque hizo la salvedad de que la Villa estaba en posesión de Ramón Amat, quien no quería cambiarla y que San Victorián debía esperar a que el señor de Chía aceptara la compensación y desalojara la Villa. El rey Alfonso II confirmó la donación de la Villa en 1126: “(…) dono et concedo et afirmo domino Deo et Santo Petro de Taberna et Santo Victoriano una villa que dicitur Gia (…)”. Bernardo de Beranuy no consintió en dar la Villa a San Victorián y el abad decidió construir una nueva iglesia y dedicarla a San Martín de Tours.
En el Valle de Benasque es frecuente encontrar dos iglesias románicas en un mismo pueblo. Esto se debe a que en la Edad Media podía haber dos beneficiarios de rentas e impuestos en una misma localidad: un monasterio y un “señor”, ya fuera un obispado o un noble. En el caso de Chía, la iglesia románica de San Vicente (actual parroquia, de la que se ven pocos vestigios románicos) se construyó de la mano de los señores de Chía (Ramón Amat y sus descendientes, también señores de Beranuy)3 y la iglesia de San Martín se levantó por mediación de San Pedro de Taberna (y por tanto, del monasterio de San Victorián).
Estas iglesias se fueron manteniendo en el tiempo, con algunas modificaciones de su estructura, según las modas arquitectónicas, hasta que en 1835 que tuvo lugar la desamortización de Mendizábal. A partir de este momento, una parte importante del patrimonio histórico y cultural sufrió abandono, ruina y vandalismo.
Se añadieron dos capillas laterales a la nave principal, siglos más tarde de su construcción y una sacristía al sur del ábside, construidos con mampostería vulgar. Las dos capillas del sur, con ventana. También el coro fue construido posteriormente, a día de hoy se encuentra en bastante mal estado.
Dos piezas que necesitan de trabajos de conservación y restauración urgente.
- Brazo de madera labrada, que representa ¿un águila? con las alas desplegadas y una polea en la boca, que servía para sostener una lámpara de aceite. Una similar se puede ver en la iglesia de San Esteban de Almazorre (Sobrarbe). https://www.turismosobrarbe.com/patrimonio.php?niv=3&cla=_25Q0NSLJ2&cla2=_3390JSCTD&cla3=&tip=2&idi=1
- Confesionario de madera, tosco y sin grandes pretensiones, que tiene la particularidad de tener una rejilla para adultos y otra para niños (agujereadas directamente en el panel lateral). Según me decía Enrique Calvera, «una pieza curiosa y poco frecuente».
La cubierta de la nave se rehízo en los años 90 del pasado siglo XX, junto con el repicado de todos los muros del interior que estaban revocados y soportaban pinturas del siglo XIX sin excesivo interés. Pueden verse fotos de cómo estaba San Martín antes de la reforma de finales del siglo XX en http://www.sipca.es/censo/1-INM-HUE-004-095-006/Ermita/de/San/Mart%25EDn/.html
A día de hoy, la iglesia está desacralizada y bastante descuidada. Hay algunas humedades en el interior, pizarras caídas, un coro muy deteriorado, gran cantidad de guano de murciélago y las dos piezas de mobiliario que quedan necesitan restauración. Es deseable llevar a cabo un repaso de las cubiertas, clausurar con tela mosquitera las posibles entradas para los murciélagos (moregols en patués), recuperar las piezas de madera descritas, cubrir el techo de la sacristía y vaciarla de los escombros que alberga, apuntalar o desmontar el coro, hacer una buena limpieza de toda la nave y cortar la hierba del cementerio regularmente. De esta manera, este espacio podría ser un punto de exposiciones, conciertos, recitales y conferencias, permitiendo a los vecinos de Chía y visitantes el disfrute de esta construcción, además de dar una segunda vida a un bien histórico que debería declararse de Interés Cultural.
(1)Los archivos eclesiásticos de Chía (I y II). Enrique Calvera Nerín. Revista Guayente nº 18 y 21.
(2)El Papa Alejandro II anunció que la conquista de Barbastro (año 1063-64) tenía carácter de cruzada. Esto supuso que llegaran a Aragón un gran número de caballeros de Europa, especialmente francos y borgoñeses, además de italo-normandos, aragoneses, barceloneses, urgeleses, al inicio del reinado de Sancho Ramirez. La conquista de Barbastro fue un ensayo de lo que serían las Cruzadas a Tierra Santa que se iniciaron tres décadas después y se extendieron dos siglos, que buscaban recuperar Jerusalén y los Santos Lugares para los cristianos.
El título de rey le fue otorgado a Sancho Ramirez por el Papa Alejandro II después de pagar un tributo y de reconocerse vasallo del Vaticano en 1068 en Roma. Guillermo Fatás y Guillermo Redondo postulan que el origen de la bandera de Aragón está en esta vinculación de la Santa Sede y el Reino de Aragón, y que Sancho Ramirez (1043-1094) incorporó los colores del Vaticano en el escudo real de Aragón después de este viaje a Roma y ordenó cambiar la liturgia mozárabe o hispana por la romana en las iglesias de Aragón. Empezó, pues, como un distintivo familiar, como la señal de la Casa de Aragón, un atributo del rey o de la autoridad que de él emanaba. Su uso como emblema de la Corona de Aragón parece atribuirse a Alfonso II (1157-1196), hijo de la reina Petronila y el conde Ramón Berenguer IV.
La leyenda catalana atribuye el origen de la bandera al Wifredo el Velloso, en el siglo IX, cuando el rey Carlos el Calvo marcó el escudo con fondo de oro –que entrego al conde Wifredo como premio de una batalla- con los cuatro dedos manchados con la sangre de las heridas del conde. Esta teoría fue refutada por Juan Sans y de Barutell en 1817. Memoria sobre el incierto origen de las barras de Aragón
(3)La tenencia de “una honor” implicaba la capacidad de administrar un castillo con su distrito y de recibir una serie de derechos y rentas sobre los mismos. Teóricamente, eran encargos rescindibles, por lo que los monarcas mantenían un cierto control sobre aquellos, pero las familias solían perpetuarse en el desempeño de esos cargos hasta que las honores se convertían en bienes patrimoniales. Los únicos ejemplos en que este proceso se interrumpió se debieron a la injerencia de una institución eclesiástica, como en Chía con San Victorián, o en Besiáns con San Vicente de Roda, casos en que el rey hubo de ofrecer a sus tenentes una compensación. “La honor” también se revocaba si el señor cometía un acto grave que justificase una revocación definitiva. Montañas, comunidades y cambio social en el pirineo medieval. En Ribagorza en los siglos X-XIV. Capítulo 3. Las clases dominantes en la sociedad feudal. Universidad de Zaragoza, 2016. Guillermo Tomás Faci.
LA CONSTRUCCION DE LA ARQUITECTURA ROMANICA. Zaragoza, 2016. Roberto Benedicto Salas.
GUÍA DE LA ARQUITECTURA ROMÁNICA EN EL VALLE DE BENASQUE. Benasque, 1995. Roberto Benedicto Salas.
RUTAS DEL ROMÁNICO EN LA PROVINCIA DE HUESCA. Madrid, 1987. Cayetano Enríquez de Salamanca.
CONFLICTOS DURANTE LA CONSTRUCCIÓN DE LOS SEÑORÍOS EN RIBAGORZA (siglos XII-XII): LA DONACIÓN DE CHÍA AL MONASTERIO DE SAN VICTORIÁN POR ALFONSO I Y SUS CONSECUENCIAS. Aragón en la Edad Media nº20, 2008. Guillermo Tomás Faci.
APUNTES SOBRE EL ROMÁNICO DEL VALLE DE BENASQUE. Cuadernos de Anciles nº12. Asociación Guayente. 2001. Josean Villalabeitia.
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