EL MARRO

Los juegos populares y tradicionales tienen un gran contenido etnográfico y antropológico; en ellos se encuentra la base de los valores de la sociedad actual y forman parte de un importante legado histórico1.

La gallina ciega (1788). Francisco de Goya y Lucientes. Museo de El Prado. Sala 094

Hoy rescatamos la esencia de un juego que marcó la infancia de muchos de nosotros hasta los años 70 del pasado siglo XX y de no tantos en los últimos 50 años, aunque aún algunos de nuestros hijos (o nietos) lo siguen jugando. Lo mencionó Julia de Taberna cuando fue entrevistada y también Luisa de Barbero (su entrevista la publicaremos el 14 de abril). Es un juego de carrera y persecución, en el que el objetivo es conseguir el mayor número de prisioneros posible con un “toque” a los jugadores del equipo contrario y de no ser capturado. No necesita más que un espacio de unos 15-20 metros x 10-15 metros, aproximadamente. En Chía jugaban niños y niñas mezclados, como nos explicó Julia. Son muchas las estrategias que pueden seguirse y para jugar bien exige organizarse dentro de cada equipo; además es necesario con frecuencia llegar a acuerdos en los momentos de conflicto, porque se genera mucho lío en algunos momentos. Por eso la expresión “aquí hay marro” (= aquí hay tema o aquí hay lío).

  • Los participantes (mínimo 8) de entre 8 y 12 años se dividen en dos equipos.
  • En un rectángulo en campo abierto se ubican en los extremos la casa de cada equipo, junto a unos árboles o un muro. Unos dos o tres metros hacia adelante, se marca la línea de prisioneros. Los jugadores del equipo contrario que sean capturados quedarán, esperando a ser rescatados, entre la línea de prisioneros y el muro o los árboles. Este es el espacio seguro de cada equipo, su casa o marro.
  • Cada jugada empieza cuando sale uno al campo de juego diciendo toco marro y salgo, se acerca a los jugadores del equipo contrario que esperan con una mano extendida en su campo. El que ha pedido marro, las va tocando y, cuando golpea una de las manos, ha de ser perseguido por el jugador que ha sido palmeado para intentar cogerlo prisionero. En ese momento, cualquier jugador puede salir a capturar a los del equipo contrario que no estén en su marro o zona de seguridad. Los que sean capturados quedarán en la línea de prisioneros del equipo contrario, formando una cadena que puede moverse por el campo siempre que el primero esté pisando la línea de prisioneros y no se suelten de las manos. Si uno de los compañeros de equipo toca a uno de los prisioneros, estos quedan liberados sólo si están cogidos de la mano. Se para el juego, los liberados vuelven a su marro y el liberador pide marro y se inicia una nueva jugada. Si se llega al campo contrario sin haber sido capturado, puede quedarse allí “a salvo” hasta que decida volver a su marro; cuando salga, puede ser capturado o llegar al marro de su equipo, pero ya no volver atrás al marro del equipo contrario.
  • Gana el equipo que capture a todos los oponentes o el que más prisioneros haya hecho.
  • Este juego desarrolla la velocidad de reacción y el compañerismo.

Este juego recibe el nombre de Moros y Cristianos en localidades de levante o del sur de España. Rius y Torrebadella han investigado sobre los orígenes de este juego2: “En el siglo XVII se encuentra referenciado como Los Cautivos. Y en el Diccionario de Autoridades de 1734, aparece como Marro. (…) El Marro fue tenido como un juego o deporte genuinamente nacional, pero sus ancestros nos remontan seguramente hasta la Grecia antigua, que lo concibieron como un juego simplificado o modificado de preparación para la guerra (Andreu, 2009). Podríamos llegar a pensar que el juego del marro se fue incorporando en España por influencia francesa hacia el siglo XVI, pero también pudiera ser que ya existiera desde mucho antes. (…) juego colectivo de colaboración-oposición, la diferenciación de roles, la dualidad y el simbolismo, las organizaciones y relaciones de la estrategia, la toma de decisiones y la resolución permanente de problemas, la gestión del riesgo, la autopercepción de la corporalidad o la coeducación…”

Son muchos los juegos populares o tradicionales, precisan muy pocos materiales o ninguno (salvo los jugadores y las ganas de jugar), con objetivos y orígenes diferentes, que nos recuerdan las tardes de verano, los otoños lluviosos, los fines de semana de primavera, o los días rigurosos del invierno que nos convocaban alrededor del fuego ya fuera para jugar o para escuchar historias, cuentos y aventuras. Abordaremos en el blog todos los juegos que seamos capaces de recordar. Una visita recomendada es al El Museo de Juegos tradicionales de Campo donde se rinde homenaje a los juegos de antaño desde un perspectiva etnográfica, en el se pueden encontrar principalmente los juegos practicados tradicionalmente en la provincia de Huesca.

 

1LAVEGA P. El juego y la tradición en la educación de valores. Educación Social, 33 (2006), 54-72.

2BRASÓ J, TORREBADELLA X. Revista Complutense de Educación Vol. 26 Núm. 3 (2015) 697-719 “El marro”, un juego tradicional y popular en la educación física española (1807-1936).

MAESTRO F. Del tajo a la replaceta. Ediciones 94. Zaragoza, 1996.

 

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FRANCISA MARTÍN SAURA, de casa Matías

Paquita nació en casa Matías de Chía un 18 de abril de 1936; acaba de cumplir los 86 años. Hija de Teodoro Martín Plana, de casa Matías, y Concepción Saura Latorre, de casa Portella de Bisaurri. Le pusieron el nombre de su abuela paterna.

Es la última de seis hermanos: Ramón, José, Teodoro, Conchita, Eusebio y Paquita. Ramón, José y Teodoro estuvieron en Fernando Poo. Ramón y Conchita se quedaron en Chía, José y Teodoro se instalaron en Barcelona, Eusebio en Francia y Paquita en Figarol (Navarra).

Tiene familia en Castejón, unos hijos de su tía (hermana de su madre), también en Sesué, Sos y Villanova.

¿Qué recuerda de sus padres?

Concha y Teodoro, los padres de Paquita, en los años 60. Foto de casa MATÍAS.

Nos querían mucho. Mis padres vivieron un tiempo en Francia, luego regresaron a Chía. Yo también viví en Francia de muy pequeña, pero no me acuerdo. Estuvimos en Montauban cuando la guerra, habíamos pasado el Portillón de Benasque con nieve.

Mi madre había ido a la escuela en Francia, hablaba muy bien el francés. Era muy trabajadora y buena persona.

Mi padre tenía hermanos en Francia y hacían carreteras en Montsegur; durante muchos años estuvo pasando largas temporadas en Francia para trabajar con ellos.  Cuatro tíos se quedaron allí definitivamente [uno de ellos, el padre de Erlette Martín Plana de la que hemos publicado varias de sus pinturas en este blog y que vive en Burdeos].

Mientras mi padre estaba en Francia, el tío Juan de Chuana (su mujer era hermana de mi padre), pasaba todas las mañanas por casa Matías a beberse medio vasito de vino con un trozo de pan y, de paso, organizaba el día a mis hermanos: donde había que labrar para sembrar las patatas, si había que hacer leña, cuándo limpiar las cuadras, etc. Le quería como a un padre.

¿Qué nos cuenta de su infancia?

Casa Matías en Chía.

Jugábamos al marro, al pito (hacíamos una curra), al llibrat (no podías moverte hasta que te liberaban tocándote y decías llibrat); jugábamos juntos chicos y chicas.

Una tía de Sesué me dejó el vestido para hacer la Primera Comunión. Al salir de misa me lo quité y se lo llevó. Me puse un vestido rosa que me habían hecho para después de la ceremonia. Ese día hicimos la Comunión muchos niños y niñas.

Un día me fui a andar con mi hermana Conchita, que me subió al burro para que no me cansara. Me caí del burro y me rompí el brazo izquierdo, tendría unos 8 años. En Castejón me pusieron una venda con pesos y días después me lo enyesaron. Mi madre me puso un pañuelo para que lo llevara en cabestrillo y que no me pesara tanto. Al mes y pico, me quitaron el yeso y mi madre me hacía cargar medio cubo de agua varias veces al día para recuperar la fuerza y la movilidad, cuando íbamos a buscar agua al poset de Matías.

¿Qué recuerda del colegio?

Teníamos una maestra de San Feliu, Ascensión, que se alojaba en casa Siresa. Con ella estudiábamos mucho catecismo y nos contaba muchos cuentos. Entonces estábamos en el colegio hasta los 14 ó 15 años. También recuerdo al maestro de los chicos, José María. Era de Jaca y se alojaba en casa Bringué. Como los padres del maestro tenían una zapatería en Jaca, mi madre le encargó unos zapatos para mi, para los domingos. Aquí sólo había alpargatas y abarcas.

¿Qué comidas de entonces le vienen a la cabeza?

El recau (patatas hervidas, col y ensundia), las sopas de ajo, las patatas con sangre. El día que comíamos tortilla, ¡poco buena que nos sabía! Los domingos mi madre guisaba pollo. Las primeras casas que criaban pollos eran Toña, Matías y Taberna. En qué Matías había 24 gallinas todo el año. Pasaban el invierno en el corral de las vacas y no pasar frío; los días de sol las sacábamos a la era.

Y todas las conservas del cerdo: costilla, lomo, longaniza, morcillas, tortetas (negras y blancas), salar los jamones…

¿Qué hacía de jovencita?

Mis padres tenían ganadería, la tienda y el bar, había que ayudar en casa. En el campo había mucho que hacer: la hierba, las vacas, las patatas, el huerto… Ataba gavillas y feixinas, detrás de dos hombres que iban segando, luego había que llevarlas al pajar. También trabajé en casa Presín guardando las vacas; las sacábamos por la mañana y por la tarde.

A los 18 años fui a trabajar a Tarragona. Estuve dos años en el Seminario, cerca de la catedral. Trabajaba en la cocina pelando patatas, fregando platos y perolas… ¡solían servirse casi 300 comidas! En agosto teníamos vacaciones y volvía a Chía. Cogía el tren de Tarragona a Monzón y luego el coche de línea a Castejón; bajaba uno de mis hermanos a recogerme.

Luego llevé la tienda de Chía. Mis hermanos estaban en la Guinea. Cuando volvió mi hermano José después de pasar allí seis años, no lo conocía. Solían trabajar dos años y luego tenían 6 meses de vacaciones; pero como el viaje duraba un mes y si se quedaban les pagaban más, estuvo mucho tiempo sin venir.

Familia Martín Saura. Foto de casa MATÍAS. DELANTE: Conchita, Concha (madre), Teodoro (padre), Paquita. DETRÁS: Eusebio, Teodoro, José, Ramón

¿Qué nos cuenta de las fiestas?

Jugábamos y bailábamos en la plaza. Se plantaba un mallo para que subieran los mozos. Y se rifaba un cordero.

Los mozos iban a rondar a las mozas por las casas y recogían unas tortas o rosquillas. https://villadechia.es/ta-la-fiesta-se-feba-rosquilla/

Íbamos a La Encontrada y allí se bailaban dos bailes. Las cuatro mayordomas llevaban el estandarte: una el palo y tres las cintas.

El turronero venía todos los años; vendía barras guirlache, unas grandes y otras pequeñas. Se quedaba a dormir en la falsa de Matías durante las fiestas. Los músicos dormían en las habitaciones.

¿Qué menús se hacían antes para las fiestas de Chía?

Una olla de buen caldo para hacer sopa y comer la carne del cocido. De segundo, costillas de cordero asadas o cordero al chilindrón. De postre, madalenas, brazo de gitano, pastas de coco y sequillos.

Esos días las mujeres trabajábamos a destajo. Ahora se va al restaurante, pero antes había que dar de comer y cenar a todos los familiares que venían pasar los días de fiesta.

Los padres de Paquita en primer plano (Teodoro y Concha). Detrás, Conchita, Paquita y Ramón. Boda de Teodoro Martín Saura con Marina de Mateu.

¿Cuándo se casó?

En febrero de 1973 en la iglesia de San Francisco de Asís de Barbastro, con Joaquín Sahún, de casa Pascual de Sos. Nos conocimos porque íbamos a casa de la familia que teníamos en Sos cuando eran las fiestas.

Paquita y Joaquín
Paquita y Joaquín con sus padrinos de boda, Lisardo (casa Chongastán) y Ramona (casa Juanet de Urmella)
1973 – En la iglesia de San Francisco de Asís, Barbastro.

Al casarme, me trasladé a Figarol, donde llevé con mi marido la carnicería y el bar. Vendíamos los cerdos que criábamos y corderos que comprábamos.

Mi hijo José Antonio nació en 1974.

Juanjo de Chongastán y José Antonio, en Chía.

 

 

 

 

 

 

 

 

Mi marido murió el 8 de junio de 2012.

¿Qué le parecen los avances tecnológicos, cómo han cambiado la vida de las mujeres?

Yo siempre he visto la luz en casa y en Chía, aunque había pocas bombillas en la calle.

Íbamos a buscar el agua al poset de casa Matías con un palo en el cuello y un pozal en cada punta, era la collada.

Para lavar la ropa y los menudos de los corderos había que ir a los lavaderos: en La Canal, en el de Baix… ¡Teníamos sabañones en cantidad, en las manos y en los pies! En invierno teníamos que romper el hielo para poder lavar.

Ahora todo es fácil: cocinar, lavar, comprar, ir y venir, calentarse… todo… nada que ver con lo de antes.

¿Qué echa de menos?

Los días de la escuela y jugar con las amigas.

¿Una afición?

He cosido mucho y muy bien. Me ha gustado siempre. Y las flores, ¡me encanta cuidarme de ellas!

¿Un recuerdo que le haga feliz?

Nos juntábamos con los de Chuana, Chongastán y Aceiterero para matar el cerdo. Era una fiesta. Lo pasábamos muy bien. Para ese día se preparaban trunfas dan sanc con la sangre de una oveja o un cordero que se había matado.

Hacíamos paté con el hígado del cerdo, lo fileteábamos para freírlo, luego se trituraba con anís en grano, sal y pimienta. Se conservaba en frascos al baño María y se comía durante el año para merendar o cenar con una rebanada de pan.

La familia en Los Llanos del Hospital (finales de los 90 – principios 2000)

¿Qué conserva de Chía?

Me acuerdo de muchas cosas. No me acuesto sin rezar a la Virgen de La Encontrada.

¿El secreto para llegar tan bien a los 86 años?

¡Qué sé yo! Lo que siempre he hecho es pasear una o dos horas después de comer, en invierno, y después de cenar, en verano.

Cuando vivía en Chía, íbamos andando a Castejón por el camino viejo, ¡tardábamos hora y pico! Luego, subíamos bien cargados con las compras que habíamos hecho.

Ahora, le doy a unos pedales sentada en el sillón.

¿Algún consejo para los que vienen detrás?

Cada vez hay menos gente en los pueblos, no lo entiendo. En la capital se va siempre corriendo y no se come bien. En los pueblos se vive mejor, más tranquilo, hay tiempo para comer y se hace más ejercicio.

 

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GENEROSA GÜERRI MAULÍN, de casa Mateu

Generosa Güerri Maulín, julio 2021, en Chía.

Generosa nació en casa Mateu de Chía un 2 de julio de 1935, hoy hace 86 años. Hija de José Güerri Castán, de casa Mateu de Chía, y de Presentación Maulín Lacorte, de casa Francisca de Chía (hermana de María Pilar, madre de Luisa de Barbero).

 

José Güerri, de Mateu, padre de Generosa.

¿Cómo eran sus padres?

Papá tenía herrería en Chía y en El Run. Mamá estaba ocupada todo el día y parte de la noche.

 

¿Cuántos hermanos fueron?

Cinco. Primera yo, después Pepe, Marina, Rafael y Joaquín.

 

 

 

 

Joaquín, Pepe, Generosa y Rafael en la boda de Inma y Felipe en 2004.
Generosa, Joaquín, Rafael, su mujer Asunción, y Pepe. Mayo 1984.

 

 

¿Qué recuerda de su niñez en Chía?

En casa Mateu éramos mucha gente, de normal, nueve o diez, a veces, incluso más. Cuando venían los de Madrid, venía mi tía con sus tres hijos, su hermana y dos hijos que tenía ella.

 

¿A qué jugaba de pequeña?

Al corro de la patata, a las chapas, a las quillas, al marro, a saltar la cuerda… a todo lo que se nos ocurría. En la plaza o en la carretera; allí delante de casa Colau que hace subida, poníamos las quillas.

A la derecha de la foto, la madre de Generosa, Presentación Maulín Lacorte. A la izquierda: Clodoveos, Carmen, la mujer de Fino, Marta de Francia, hija de tía Cándida, Joaquín, Jesús, Generosa detrás de Presentación. Los niños de Carmen: Mari Carmen, Finito y Rafita.

¿Cómo se pasaba el invierno en Chía cuando era pequeña?

Se pasaban delante de la chimenea, con una tea para alumbrarnos. Escarpinabas1 llana (lana) y hacías calcetines y jerseys; también venían las vecinas a billar (pasar la velda). La abuela, mi madre, las vecinas… los hombres se iban a la cama.

Un invierno, tenía que ir mi padre ta Chistau y tenía sólo dos pares buenos de calcetines. Pasamos toda la noche tejiendo otro par de calcetines para que pudiera llevar un par más y cambiárselos cuando se le mojaran. Mi abuela hacía el hilo con la lana, mi madre tejía un calcetín y yo el otro. Ni había los abrigos ni el calzado que hay ahora, en invierno se pasaba mucho frío cuando había que cruzar el puerto.

 

A la izquierda, Juanito de la Taberna, Anita de Riu (luego Dorotea), Agapito Dorotea. De pie, a la derecha, Marina y ¿Delfín? Años 50

¿Fue al colegio en Chía?

Sí, hasta los 14 años; pero perdías muchos días; siempre había algo que hacer, o sacar los corderos, o ayudar con las vacas. Los días que iba al colegio, durante el recreo, salía para lavar pañales de los más pequeños (nos llevamos 9 años con Rafael y 11 con Joaquín), o llevar de comer a los hombres que estaban con las vacas.

Éramos mucha cuadrilla en el colegio; había una clase para los niños y otra para las niñas.

 

¿Qué hizo desde que salió del colegio hasta que se casó?

Trabajar y trabajar. En casa éramos muchos y siempre había algo que hacer: limpiar, hacer la comida, bajar al huerto, los animales, traer agua de Puntillo (o de la Canal) al hombro con la collada2, un pozal delante y otro atrás, llevar de comer a los hombres, lavar la ropa… Mucha faena. Cuando ibas a por agua se hacían muchos viajes, no podías llenar mucho los pozales, porque te mojabas de agua a cada paso.

 

El abuelo de Generosa, Manuel, y sus nietos de Madrid, primos de Generosa. Principios años 50.

¿Cómo era lavar en aquellos años?

Muy duro. He lavado por todo y desde bien pequeña:

  • en la acequia que pasa por la Canal, que viene de Puntillo; había tablas por un lado y por el otro, te arrodillabas y allí parecía que dejabas las tripas;
  • en els Esguarans, que bajábamos con unos cestos llenos de ropa; la que podíamos la tendíamos por allí para que se secara y la que no, la subíamos mojada en los cestos, hasta casa;
  • en el de Baix, al lado de la pila
  • en el Mollá3 de Sansón también he lavado mucho, siempre había una balsa de agua, donde la pila de debajo de casa Chuasahún; allí hicieron un paso para las caballerías y un lavadero, ahora ni se ve;
  • y en el Pradet de la Regalera, que está un poco más allá; lavábamos las tripas de los cerdos y las vacas que matábamos; allí había unas piedras anchas.
  • me acuerdo de romper el hielo y hacer un agujero para poder lavar en los lavaderos que había delante de casa Presín, donde ahora están las basuras; mi madre me traía agua caliente para meter las manos cuando ya no podía más;
Comida de verano en la borda de Comarrategui hacia 1956. Carmen con un hijo, Marina, Jesús, Joaquín delante, Marta, Presentación, Clodoveos, Rafael, niños.
Generosa el día de su boda.

¿Y hacer la comida?

Cuando era pequeña se hacía todavía en el hogar, con el caldero penchau (colgado) del cremallo4; no era muy cómodo, porque había que agacharse o estar en una silla baja.  Estaba todo el día encendido. Se ponían habas secas a remojo por la noche y por la mañana se metían en el caldero con la ensúndia (grasa animal), hueso de jamón, patatas, la verdura que había… era muy bueno.

Luego ya se puso la cocina económica y después la de butano.

 

¿Salió de Chía para trabajar?

Estuve un año en Zaragoza, con los de Castán. Pero me volví porque mi madre no estaba bien y tenía que ayudar en casa. También un par de años en casa Prujente de Castejón, yendo a los mercados, haciendo la limpieza y cocinando.

Con los novios, Marina, MariTé García, Menena Choldián, Pili Chuana, José Chuana, Emilio, Pepe, Generosa, la mujer de Constantino Artasona, Rosa Bringué, Fina, Paquita Matías, Pili Sansón, Rosa Pallás.
Antonio de Prujente, Antonio Sansón, Emilio Ramondarcas, Rosario Sansón (cuñada de Generosa), detrás un catalán cuya mujer estuvo viviendo en casa Mateu un mes. Delante: padre de Generosa, Emilio Río, padre de Emilio, Generosa, Marina, madre de Generosa, Adela Navarro, Pepe, Pili Sansón, Luisa, prima de Anciles, Concha y Rosa Pallás.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Emilio Río, de Sansón, el marido de Generosa. Años 50-60 en Guinea.

¿Con quién se casó?

Con Emilio de Sansón, en abril de 1966, en la iglesia de San Vicente de Chía; hicimos la comida en casa Caseta de Castejón.

Estuvo en Guinea entre 1946 y 1962. Estuvimos festejando cinco años, entre 1962 y 1966; me casé con 31 años. Y ya nos fuimos a vivir a Monzón.

Antes las bodas se hacían en casa. Después de misa se repartían las arras, que eran unos bizcochos más grandes que las cocas (o tortas), bien buenos, adornados con nata, o crema, o chocolate. Había que cocinar mucho.

 

¿Cuántos hijos tuvieron?

Tengo dos hijos, Fernando y Emilio. Nacieron en Monzón, en un medio-hospital que había entonces.

 

Emilio y Fernando, los hijos de Generosa. Años 70.
Emilio Río con su hijo Fernando (el pequeño) y un amigo. Años 70.
Generosa y Emilio con su hijo Fernando. Años 80.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Le gusta cocinar?

Mis hijos dicen que soy buena cocinera. Me gusta poco, aunque he cocinado mucho en esta vida.

 

¿Alguna receta que no hayamos publicado todavía en el blog?

La abuela Barbero, la suegra de Luisa, cocinaba muy bien. Rellenaba la falda de cordero con huevo duro, carne picada, verduras… y la cocinaba atada; cuando estaba fría, la cortaba a rodajas y la servía como entremés, con el jamón, cecina, o longaniza.

 

¿Es laminera?

¡Sí, mucho! [se ríe] Me gusta todo.

 

¿Le gusta viajar?

He viajado poco; aunque he estado en Madrid, Barcelona, Zaragoza… masa chén (mucha gente).

 

Generosa, Emilio, Montse, Pepe, Javi y Clodo (un primo de Francia), en el comedor de casa Mateu
Generosa lanzando la herradura en unas fiestas de Chía en las que se organizaron juegos tradicionales en Las Lagunas. Marga de Gregoria ganó el primer premio. Principios 2000.

¿Qué recuerdos guarda con cariño de Chía?

Me acuerdo mucho de mi hermana Marina, que murió muy joven; tuvo una hepatitis y luego una meningitis.

Tengo muy buenos recuerdos de mis amigas de juventud: Anita la más amiga, Henrieta de Casabon, Fidela de Siresa; estas dos marcharon a Francia. Con Anita (de Riu, luego se casó con Pito Dorotea) hemos sido muy amigas.

Para fiestas dormíamos 3 ó 4 en cada cama. Cuando venía la Guardia Civil a controlar en las fiestas y le pedían cama a mi madre, acababan con una manta durmiendo en el pajar porque no cabía nadie más en la casa. Antes decían en Chía, “casa Mateu, fonda sin pago”; porque siempre había gente. Éramos mucha familia y, además, mi padre era muy conocido por la herrería y porque vendía bueyes y mulas, iba por Chistau y por todas partes.

 

 

 

 

 

 

¿Qué invento del siglo XX le parece más importante?

La electricidad y el agua corriente.

Recuerdo que de pequeña había que encender teas para ver por la noche; cuando llegó la luz a las casas del pueblo, nos pusieron una bombilla en la cocina.

En casa Mateu, se cogió un trozo de la despensa, allí al patio, para hacer un cuarto donde se puso una tabla con un agujero que era el retrete, tirabas luego un pozal de agua y caía todo al desagüe de la calle. Cuando llegó el agua a las casas, que tendría yo 12 ó 14 años, pusimos un wáter de loza y luego un lavabo; más tarde se puso la bañera. Las primeras casas que tuvieron baño, antes de que llegara el agua corriente, fueron Presín y Castán porque llenaban unos depósitos a cubos con agua del pozo.

Borda del muerto

Ha cambiado mucho la vida.

Las generaciones que suben ahora, no saben cuánto ha cambiado entre nosotros y nuestros hijos. Iba con mi madre andando casi hasta Seira, por Las Garrigas, todos los días cuando hacían hierba en el campo del Muerto y luego cuando construyeron la borda allí, que yo era bien pequeña. Dos horas para ir y dos para volver, a pie, con el burro cargado con la comida para los hombres. Llevábamos el almuerzo hecho y allí preparábamos la comida y la cena. Íbamos ella y yo con una hermana o una prima de Luisa de Barbero. El burro llevaba la carga con la comida y a la vuelta lo traíamos cargado de leña para el hogar, con los picons5.

 

 

 

¿Cómo recordaremos a Generosa de Mateu?

Como una mujer muy trabajadora.

 

¿Un consejo para los jóvenes?

Que sean seguros y tengan la cabeza donde hay que tenerla.

 

 

 

 

1Escarpinar = desenredar y ahuecar la lana con los dedos para facilitar la operación de cardarla. En español, “escarpir” o “carmenear”. En francés, “démeler”.

 

2Collada = palo de fresno con una ranura en cada extremo que se lleva al hombro y permite llevar carga repartida entre los dos extremos (agua, herradura, cestos). En español, “pinga”. En francés, “palanche”.

 

3Mollá = prado que está siempre con agua; terreno pantanoso cubierto de hierba. En español, “tremedal” o “tolla”. En francés, “pré marécageux”.

 

4Cremallo = cadena de hierro que cuelga de la chimenea, con un garabato en su parte inferior para colgar la olla o caldera, con un sistema para aumentar o disminuir la distancia al fuego. En español, “llar” p “gramallera”. En francés, “crémaillère”.

 

5Picons = estructura de dos elementos iguales formados por dos ganchos doblados unidos por tablillas que se usaba para asegurar la carga.

 

 

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