Villa de Chía

Chía es un municipio español de la provincia de Huesca integrado en la comarca de Ribagorza de Aragón, al sur del Parque Natural Posets-Maladeta. Desde principios del siglo XI hay constancia documental de vecinos de Gia, pero su origen debe ser mucho anterior al siglo X. En 1.099 Pedro I de Aragón (1068-1104) donó a San Pedro de Taberna la villa de Chía. Alfonso I en 1126 confirma la donación a los monasterios de San Pedro y San Victorián: «(…) dono et concedo et afirmo domino Deo et Santo Petro de Taberna et Santo Victoriano una villa que dicitur Gia (…)». 

El censo actual es de 86 habitantes, pero Chía llegó a tener más de 400. Durante siglos fue un lugar importante de paso, al ser «parada y fonda» en el Camino Real entre Zaragoza y Toulouse. Siglos atrás, en nuestro entorno otras «villas» eran: Benasque, Campo, Ainsa y Graus. El término municipal de Chía abarca 26,1 km2.

Se encuentra a 1.221 metros de altitud en la vertiente oriental de la Sierra de Chía (2.571 m.), en un pequeño valle que queda entre la Sierra de su mismo nombre y el escalón de restos morrénicos que dejó el hielo en el curso inferior del valle glaciar del Ésera, al abrigo del viento que castiga otros pueblos del valle del Ésera. 

La Sierra de Chía es  frontera natural entre la Comarca de Ribagorza y la de Sobrarbe. Una pista forestal comunica Chía con Plan, desde donde puede accederse a la carretera que conduce a Francia por el túnel de Bielsa. Esta pista de 25 km es practicable con vehículo entre junio y octubre, cuando la nieve no hace acto de presencia y el agua de las lluvias no la ha estropeado. Cerca del pico de la Casanía, aún pueden verse algunas de las trincheras de la Guerra Civil; también varios círculos de piedra pirenaicos (o cromlech) -de finales de la edad de bronce- en las proximidades del puerto y, más abajo, fósiles en las inmediaciones del barranco de Bensesali.

Su entorno es de gran belleza, la biodiversidad de flora y fauna son de alto valor ecológico. La Sierra de Chía es Lugar de Importancia Comunitaria ES2410056 y está incluida en la Red Natural de Aragón, creada por la Ley 8/2004 de 20 de diciembre.

El origen toponímico se sitúa como preindoeuropeo. Según Mascaray, Chía significa, con toda propiedad y pese a todo, “se cultivan las tierras” (sic).  Aquí se cultivaba cereal de muy buena calidad hasta principios del siglo XX. 

Todavía se habla patúes, lengua propia de esta zona pirenaica. En el casco urbano se descubren interesantes ejemplos de la arquitectura propia de las casas de la montaña pirenaica, con detalles y símbolos propios de la sociedad rural montañesa. El gentilicio de Chía es cardigaso/a, por la cantidad de cardos que aquí crecen. El «ingenio cardigaso» es algo propio y característico de los de Chía, historias y chascarrillos que son joyas del patrimonio intangible, junto con recetas de casa, tradiciones de siglos, o la memoria de juegos de otra época. Y, a pesar de no ser una localidad especialmente grande, ha dado personajes ilustres de importante talla intelectual y humana.

Pueden admirarse las dos iglesias románicas (y sus pequeños cementerios, hoy en desuso) resultado de las disputas y enfrentamientos que durante la época feudal hubo entre los señores de Chía y el monasterio de San Victorián, lo que llevó a construir dos parroquias:

  • San Martín, que conserva su ábside original y una bonita espadaña.
  • San Vicente, actual iglesia parroquial, románica en origen que ha sufrido muchas transformaciones y que tiene adosada una torre campanario.

 

 

 

 

 

 

 

 

Como parte de su patrimonio, conserva -en mejores o peores condiciones- la Abadía (junto a la iglesia parroquial), caminos, lavaderos, fuentes, la mesa del maestro, el reloj de las escuelas, nogales centenarios, hornos de cal, muros y otras construcciones de piedra seca y algunas ermitas de las nueve que se encontraban en el término municipal. Una bonita colonia de buitres leonados puede observarse, desde la carretera en las proximidades de Sobrepiaria (la piedra del Sol para los de Castejón de Sos).

Casa Castán, el chalet de los Mora, el chalet de Presín y el edificio de la plaza (que alberga el Ayuntamiento y el salón social) son el testimonio que nos dejó la presencia de varias generaciones de familias de Chía en la isla de Fernando Poo (hoy Bioko), en Guinea Ecuatorial, durante el siglo XX.

 

Hay cinco casas que tienen vacas a día de hoy (enero de 2020): Bringueron, Chongastán, Sanson, Sauret y Treseta. Estos ganaderos merecen «mención especial» por el compromiso, entrega y sacrificio que implica este tipo de actividades en la montaña.

También se cultiva la patata de Chía, buena, ecológica y de calidad. El primer sábado de noviembre se celebra la feria de la patata, con mercadillo, actividades para niños y una comida popular. Muy recomendable, consumir patata de Chía y venir a la feria. 

 

 

 

 

 

Las fiestas patronales en honor a la Virgen de la Encontrada se celebran el 8 de septiembre. Se va en romería a la ermita mientras los mozos bailan y tocan las castañuelas. Todos los sábados de mayo también se va en romería a La Encontrada cantando el rosario y al terminar la misa en la ermita, se cantan «los gozos». El último sábado de mayo se reparte torta y chocolate. Cuando Chía está en fiestas, se comen sequillos hechos en casa. 

 

En la plaza del pueblo está el bar La Serreta, abierto de martes a domingo, donde Eugenio sirve comida casera, hace unos pinchos y unos bocadillos buenísimos, y se puede disfrutar de un magnífico sol con una cerveza muy fría.

 

A la entrada del pueblo a la derecha, según se sube desde Castejón (Castilló), está Casa Chongastán, uno de los mejores restaurantes de Aragón y de España. No se puede venir a Chía y no comer en Chongastán. Un consejo, conviene reservar mesa con antelación. 

Otro punto de interés, la carnicería El Rebost de Chongastán. Productos de primera calidad, hechos en casa, y ternera de ganadería propia. 

 

Su orientación y emplazamiento hacen de Chía un magnífico balcón para disfrutar de las vistas que ofrecen de día el macizo de La Maladeta y el Valle de Benasque, y para admirar el cielo y los astros durante la noche:

  • Desde el mirador de La Serreta, a 1 km de la plaza del pueblo hacia el noroeste, por la pista a Plan
  • Desde la ermita de La Encontrada, a 1 km de la plaza del pueblo hacia el sur-este, por un camino peatonal
  • Desde la cabaña de Els Cllots, en la Sierra, a 6 km de la plaza del pueblo hacia el noroeste, por la pista a Plan, desde donde se ve estupendamente el Aneto, Coronas, Tempestades, Margalida.

Es difícil dar una temperatura media anual, porque el rango entre máximas y mínimas es muy amplio. En invierno nos movemos entre los -5º y los +12º; en verano entre los +6º y los +25º, con unas variaciones a veces, poco previsibles. Inlcuso, se han registrado máximas (extremas) de hasta +34ºC y mínimas (también extremas y poco habituales) de hasta -14ºC. Las precipitaciones están alrededor de 1.000 mm al año. Los meses más lluviosos suelen ser abril, octubre y noviembre, pero últimamente no es fácil prever cuándo va a llover. El verano es la estación más seca, aunque hay años en los que las tormentas son frecuentes por las tardes. En invierno las precipitaciones pueden ser de nieve.

En general la meteorología en Chía es más benévola que en otros pueblos del valle ya que su orientación la protege del viento, la altitud impide que llegue la niebla del río Ésera y el sol en invierno llega pronto por la mañana. 

El clima de montaña nos permite tener una estación de esquí alpino en Cerler, a 20 km, y una de fondo en Los Llanos del Hospital de Benasque, a 30 km. Y, por supuesto, estar en el valle de Benasque significa estar cerca de la mayoría de los tresmiles del Pirineo y de dosmiles espectaculares, poder practicar senderismo, barranquismo, parapente, o bicicleta todo terreno. No dejéis de consultar con la empresa de turismo activo Maspirineo, que tiene su domicilio social en Chía, para reservar actividades y disfrutar de la montaña con seguridad todo el año. 

Para aprovechar todo lo que ofrecen Chía y su entorno, nada como alojarse en alguna de sus casas rurales tan acogedoras como confortables, igual que las familias que las gestionan. Muchas son las rutas de senderismo y paseos que pueden hacerse desde Chía, como ir a Puntillo, a la Costereta, la Encontrada, descubrir el camino de Los Cuadros y la balsa de Lapaúl, el camino de Cabo Llaguna, andar hasta El Run y Seira, dar la vuelta a la Sierra, subir al ibón de Chía, conocer el Yermo Garús, ir a Pinedo, al forau dels Moros, comer de picnic y bañarse en La Cuadra, o hacer la ruta de los garrigueros para contemplar las bordas de piedra seca de La Garriga. Pasando aquí unos días da tiempo a disfrutar de todo el patrimonio, costumbres, tradiciones, creencias y gastronomía que hemos atesorado durante siglos porque, cuando se descubren los secretos que la Villa de Chía esconde,  la magia de la tierra cardigasa embruja a propios y extraños. Mucho más en:

 

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