MARÍA JOSEFA MALLO PALLARUELO, de casa Navarro

Josefa nació un 11 de septiembre 1943 en casa Castán de Chía, hoy hace 79 años. Hija de Amada Pallaruelo Aventín, de Navarro (la madre de mi madre era hermana de tío Juan de Taberna, ella se casó con Juan de casa Navarro, mi abuelo), y de Enrique Mallo Palomera, de Palomo.

Siñó Juan de Navarro, abuelo de Josefa, en la Viña Castán

¿Cómo es que nació en casa Castán?

Mis padres trabajaban en casa Castán. Viví allí hasta los 30 años. Casa Navarro estuvo cerrada mientras mi padre trabajó para casa Castán. En los años 60 se usó casa Navarro como escuela, cuando hacían las obras en las escuelas de la plaza. Hasta que mis hijos tuvieron 14-15 años, también íbamos a la caseta de Castán cuando subíamos a Chía.

¿Cómo la llaman?

En casa Castán, Mari Pepa; el resto de Chía, Josefa; en Zaragoza, Mari.

 

Trinidad de Pallás, a quien Josefa llama «madrina»

¿Cómo eran sus padres?

Amada, mi madre, murió el 15 de octubre de 1943, yo tenía poco más de un mes; creo que de complicaciones del parto, una infección o una hemorragia. El único recuerdo que tengo de mi madre es una foto de cuando hizo la Primera Comunión en Francia. Los abuelos trabajaron un tiempo en Francia, pero luego volvieron y ya se quedaron en Chía. Me crió la hermana de mi padre, Trinidad de Pallás, durante seis años hasta que se casó con José de Sansón. Quedarse una sin madre es muy duro.

Amada con su hermano Juan, que murió joven y fue enterrado en la fosa común de tuberculosos de Chía.
Josefa con su abuelo Juan de Navarro, Beatriz de Taberna y su marido.

Enrique, mi padre, era un poco barbero. A mi me peinaba siempre con la raya en medio y me hacía trenzas. También recuerdo que él hacía un pan buenísimo. Yo pelaba un caldero de patatas para hacer el pan. En casa Castán había un horno, se hacía pan cada 15 días.

Enrique, el padre de Josefa, delante de la caseta de casa Castán

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando “madrina” se casó con tío José, mi padre se casó con Adela de Chuana. Yo tendría unos seis años. Adela se pintaba y se arreglaba para pasar la tarde con los señoritos de Castán.

 

¿Qué recuerda del colegio?

La maestra era Luci. De mi edad éramos tres chicas: Rosita de Bringué, María Jesús de Artasona y yo; y tres chicos: José Dorotea, Rafa de Mateu y Juanito Chongastan. Jugábamos a la pelota y a escondernos. Me acuerdo de que subía un señor que compraba hierros y andábamos por las casas vacías a buscar cosas para vendérselas y tener alguna perra.

Josefa Mallo Pallaruelo

¿Cómo era su vida en Chía en los años cuarenta y cincuenta?

He trabajado muchísimo, desde que me levantaba hasta que me acostaba.

Siempre había algo que hacer: ordeñar las vacas, dar de comer a las gallinas, hacer comida para los conejos por las barreras, deshojar las ramas para dárselas a las vacas, cuidar las vacas, coger patatas, plantar o cuidar el huerto, quitar piedras de los campos, hacer la comida para los cerdos, limpiar el palomar, cargar el carro de hierba, atar gabillas y dejarlas en redondo para hacer una feixina, limpiar la casa -que era muy grande-, hacer la colada, lavar platos, ayudar a hacer la comida. Nunca he cogido setas. De pequeña, antes de que hubiera agua corriente, íbamos a buscar agua a Puntillo. En casa Castán iban todos los días con caballos cargados con un par de botijos grandes cada uno. Lavábamos a mano, en el lavadero de casa Castán, con agua fría.

Entre unas cosas y otras, no salía a la plaza para nada.

¿Qué recuerdos especiales o curiosos de Chía nos cuenta?

Me gustaba ir a hacer la hierba en Chichuén, porque hacíamos allí la comida, en una caseta. Para mi era una fiesta.

También me acuerdo del tedero, un hierro redondo donde colocábamos las teas para tener luz dentro de casa. Traímos las teas de Pinedo.

Había un montón de flores en el jardín de casa Castán, en el frente de la casa había muchísimas petunias. Un año mi hijo Enrique destrozó todas las flores de la placeta.

Don José era “el jefe” de la familia y daba mucho respeto. Don Mariano iba “a su bola”, venía al campo cuando hacíamos la hierba, le gustaba charrar con todos. La señorita Encarna, la madre de Mari Feli, valía mucho para todo, fue una gran mujer.

Papá, un criado y el pastor iban a La Cuadra a hacer leña y la tiraban al río Ésera por donde hay un puentecico, donde el Congosto, y allí la recogía un camión.

Boda de Beatriz de Taberna (hermana de Dámaso de Taberna, el marido de Julia) en la sala de casa Marcial: Federico Sansa, Juanito Barbero, Mariana Gregoria, Mariano Marcial, el hijo de Adolfo de Taberna (que murió en el pantano de Villanova cuando fue a coger unas truchas), Carlos de Taberna, Josefa peinada con raya en medio, Padrino (Juan de Navarro)
Excursión al río con la familia de Casabón. De dcha a izq: Daniel de Casabón, Josefa, la mujer de Daniel (hermana de Manoleta de Peri), Enrique de Navarro, Adela, Pilareta de Casabón (de rodillas delante de Adela).

 

¿Qué se solía comer en aquellos años?

Se comía bastantes veces al día:

-el almuerzo (mi padre me ponía la ollita al fuego),

-las diez (una ensalada de tomate, cebolla y olivas),

-la comida, siempre de tres platos,

-la merienda (adobado o tortilla de patata) y luego

-la cena (tres platos también).

¿Ha sido laminera?

Todo me ha gustado; aunque antes no había de nada, y dulce, aún menos. Casa Castán recibía racimos de plátanos de Fernando Poo… ¡cómo olía la despensa y qué buenos sabían! Nunca toqué nada si no me lo daban, ni un cuadrito de chocolate. Si me daban alguna manzana o pera cuando era pequeña, la repartía con mi padre y los criados (un pastor, uno para la caballería y las vacas, mi padre, las chicas que cuidaban a los niños de Emilio y Enrique, y las tres muchachas que estaban para los solteros).

Paquita y Conchita de Matías haciendo longanizas con su madre, la señora Concha.

¿Qué recuerda de la matanza?

En invierno matábamos tres cerdos y una vaca. Había mucha gente en casa Castán, aunque pasaban temporadas largas en Zaragoza, así que había que llenar la despensa.

Venían los de Gregoria que eran un poco parientes, entre tía Severina, Luisa de Barbero y Adela, claro, se organizaba todo. Hacíamos morcilla, coquetas, longaniza de la buena, longaniza de pulmón, costilla y lomo en conserva…

¿Qué invento le parece que ha sido de más ayuda?

Lo mejor, la lavadora.

¿Cuándo se casó?

Me casé en Chía en 1972 con Juan Antonio Escalona, que era taxista, de casa Grasián de Saúnc. Estuvimos un año en Chía trabajando, pero el campo no le gustaba a mi marido y nos fuimos a Zaragoza. Trabajó en Neumac hasta que se jubiló. Yo trabajé en la cocina del colegio Cándido Domingo. Cuando entró el catering a llevar las comidas, nos trasladaron a la biblioteca del Tío Jorge, lo mejor de mi vida. Disfruté muchísimo trabajando en la biblioteca.

En septiembre de 2011 murió mi marido con 79 años de un fallo cardiaco como consecuencia de una neumonía.

Pili Sansón, Juan Antonio y Josefa Navarro, José Antonio Sansón.
Josefa con su padre Enrique saliendo de casa Castán para ir a la iglesia el día de su boda.
Josefa en la iglesia parroquial de Chía.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Josefa y su hijo Enrique en el camino de La Encontrada

¿Cuántos hijos y nietos ha tenido?

Tuvimos dos hijos, Enrique y Susana, que nacieron en Zaragoza. Mis nietos son Alejandro y Daniel, Javier y Paula.

¿Tiene algún consejo para las nuevas generaciones?

Que trabajen y que sean buenos.

 

Josefa con sus cuatro nietos.

 

¿Su plato estrella?

Me ha gustado mucho cocinar. Hacía un pollo a la Villeroy buenísimo; primero se asa el pollo, después se deshuesa y se corta en filetes, los filetes se mezclan con bechamel y luego se rebozan con huevo y pan rallado para freírlos. Es una receta francesa; pero a mi hijo lo que más le gusta de todas las comidas que hago es la tortilla de patata.

¿Qué viajes recuerda?

He estado en Barcelona, Zaragoza y Burdeos (tenía un hermano de mi padre casado allí y las primas de Casabón: Henrieta, Pilar).

También hice un crucero en barco con mi marido antes de jubilarme, lo mejor de mi vida. No le tuve miedo al agua ni nada. Visitamos Roma, Venecia (ese pueblo que se va en barquichuela por las calles), Pisa… Me gustó todo muchísimo.

Juan Antonio y Josefa en Pisa

Josefa y su marido en casa de Pilar de Casabón en la playa

 

 

 

 

 

 

 

¿Qué le gustaría que se conservara de Chía?

El patués. Yo con mis hijos siempre hablo en patués, no l’e dixau. No podemos permitir que se pierda, hemos de hablarlo mucho en casa, en el pueblo, en el Valle, promocionarlo a todos los niveles, cada uno desde sus posibilidades. Lo primero es que todos los padres y abuelos de Chía hablemos en patués con los hijos y nietos. Después, todo lo demás. Yo he dado charlas en patués en Zaragoza.

También me gustaría que no dejen caer Que Navarro.

Josefa sentada en la cadiera de casa Navarro

© VILLA DE CHIA.   Puede utilizarse la información contenida en este blog citando la fuente siguiendo el patrón explicado en http://www.citethisforme.com/es/cite/blog siempre que sea sin fines lucrativos.

FRANCISA MARTÍN SAURA, de casa Matías

Paquita nació en casa Matías de Chía un 18 de abril de 1936; acaba de cumplir los 86 años. Hija de Teodoro Martín Plana, de casa Matías, y Concepción Saura Latorre, de casa Portella de Bisaurri. Le pusieron el nombre de su abuela paterna.

Es la última de seis hermanos: Ramón, José, Teodoro, Conchita, Eusebio y Paquita. Ramón, José y Teodoro estuvieron en Fernando Poo. Ramón y Conchita se quedaron en Chía, José y Teodoro se instalaron en Barcelona, Eusebio en Francia y Paquita en Figarol (Navarra).

Tiene familia en Castejón, unos hijos de su tía (hermana de su madre), también en Sesué, Sos y Villanova.

¿Qué recuerda de sus padres?

Concha y Teodoro, los padres de Paquita, en los años 60. Foto de casa MATÍAS.

Nos querían mucho. Mis padres vivieron un tiempo en Francia, luego regresaron a Chía. Yo también viví en Francia de muy pequeña, pero no me acuerdo. Estuvimos en Montauban cuando la guerra, habíamos pasado el Portillón de Benasque con nieve.

Mi madre había ido a la escuela en Francia, hablaba muy bien el francés. Era muy trabajadora y buena persona.

Mi padre tenía hermanos en Francia y hacían carreteras en Montsegur; durante muchos años estuvo pasando largas temporadas en Francia para trabajar con ellos.  Cuatro tíos se quedaron allí definitivamente [uno de ellos, el padre de Erlette Martín Plana de la que hemos publicado varias de sus pinturas en este blog y que vive en Burdeos].

Mientras mi padre estaba en Francia, el tío Juan de Chuana (su mujer era hermana de mi padre), pasaba todas las mañanas por casa Matías a beberse medio vasito de vino con un trozo de pan y, de paso, organizaba el día a mis hermanos: donde había que labrar para sembrar las patatas, si había que hacer leña, cuándo limpiar las cuadras, etc. Le quería como a un padre.

¿Qué nos cuenta de su infancia?

Casa Matías en Chía.

Jugábamos al marro, al pito (hacíamos una curra), al llibrat (no podías moverte hasta que te liberaban tocándote y decías llibrat); jugábamos juntos chicos y chicas.

Una tía de Sesué me dejó el vestido para hacer la Primera Comunión. Al salir de misa me lo quité y se lo llevó. Me puse un vestido rosa que me habían hecho para después de la ceremonia. Ese día hicimos la Comunión muchos niños y niñas.

Un día me fui a andar con mi hermana Conchita, que me subió al burro para que no me cansara. Me caí del burro y me rompí el brazo izquierdo, tendría unos 8 años. En Castejón me pusieron una venda con pesos y días después me lo enyesaron. Mi madre me puso un pañuelo para que lo llevara en cabestrillo y que no me pesara tanto. Al mes y pico, me quitaron el yeso y mi madre me hacía cargar medio cubo de agua varias veces al día para recuperar la fuerza y la movilidad, cuando íbamos a buscar agua al poset de Matías.

¿Qué recuerda del colegio?

Teníamos una maestra de San Feliu, Ascensión, que se alojaba en casa Siresa. Con ella estudiábamos mucho catecismo y nos contaba muchos cuentos. Entonces estábamos en el colegio hasta los 14 ó 15 años. También recuerdo al maestro de los chicos, José María. Era de Jaca y se alojaba en casa Bringué. Como los padres del maestro tenían una zapatería en Jaca, mi madre le encargó unos zapatos para mi, para los domingos. Aquí sólo había alpargatas y abarcas.

¿Qué comidas de entonces le vienen a la cabeza?

El recau (patatas hervidas, col y ensundia), las sopas de ajo, las patatas con sangre. El día que comíamos tortilla, ¡poco buena que nos sabía! Los domingos mi madre guisaba pollo. Las primeras casas que criaban pollos eran Toña, Matías y Taberna. En qué Matías había 24 gallinas todo el año. Pasaban el invierno en el corral de las vacas y no pasar frío; los días de sol las sacábamos a la era.

Y todas las conservas del cerdo: costilla, lomo, longaniza, morcillas, tortetas (negras y blancas), salar los jamones…

¿Qué hacía de jovencita?

Mis padres tenían ganadería, la tienda y el bar, había que ayudar en casa. En el campo había mucho que hacer: la hierba, las vacas, las patatas, el huerto… Ataba gavillas y feixinas, detrás de dos hombres que iban segando, luego había que llevarlas al pajar. También trabajé en casa Presín guardando las vacas; las sacábamos por la mañana y por la tarde.

A los 18 años fui a trabajar a Tarragona. Estuve dos años en el Seminario, cerca de la catedral. Trabajaba en la cocina pelando patatas, fregando platos y perolas… ¡solían servirse casi 300 comidas! En agosto teníamos vacaciones y volvía a Chía. Cogía el tren de Tarragona a Monzón y luego el coche de línea a Castejón; bajaba uno de mis hermanos a recogerme.

Luego llevé la tienda de Chía. Mis hermanos estaban en la Guinea. Cuando volvió mi hermano José después de pasar allí seis años, no lo conocía. Solían trabajar dos años y luego tenían 6 meses de vacaciones; pero como el viaje duraba un mes y si se quedaban les pagaban más, estuvo mucho tiempo sin venir.

Familia Martín Saura. Foto de casa MATÍAS. DELANTE: Conchita, Concha (madre), Teodoro (padre), Paquita. DETRÁS: Eusebio, Teodoro, José, Ramón

¿Qué nos cuenta de las fiestas?

Jugábamos y bailábamos en la plaza. Se plantaba un mallo para que subieran los mozos. Y se rifaba un cordero.

Los mozos iban a rondar a las mozas por las casas y recogían unas tortas o rosquillas. https://villadechia.es/ta-la-fiesta-se-feba-rosquilla/

Íbamos a La Encontrada y allí se bailaban dos bailes. Las cuatro mayordomas llevaban el estandarte: una el palo y tres las cintas.

El turronero venía todos los años; vendía barras guirlache, unas grandes y otras pequeñas. Se quedaba a dormir en la falsa de Matías durante las fiestas. Los músicos dormían en las habitaciones.

¿Qué menús se hacían antes para las fiestas de Chía?

Una olla de buen caldo para hacer sopa y comer la carne del cocido. De segundo, costillas de cordero asadas o cordero al chilindrón. De postre, madalenas, brazo de gitano, pastas de coco y sequillos.

Esos días las mujeres trabajábamos a destajo. Ahora se va al restaurante, pero antes había que dar de comer y cenar a todos los familiares que venían pasar los días de fiesta.

Los padres de Paquita en primer plano (Teodoro y Concha). Detrás, Conchita, Paquita y Ramón. Boda de Teodoro Martín Saura con Marina de Mateu.

¿Cuándo se casó?

En febrero de 1973 en la iglesia de San Francisco de Asís de Barbastro, con Joaquín Sahún, de casa Pascual de Sos. Nos conocimos porque íbamos a casa de la familia que teníamos en Sos cuando eran las fiestas.

Paquita y Joaquín
Paquita y Joaquín con sus padrinos de boda, Lisardo (casa Chongastán) y Ramona (casa Juanet de Urmella)
1973 – En la iglesia de San Francisco de Asís, Barbastro.

Al casarme, me trasladé a Figarol, donde llevé con mi marido la carnicería y el bar. Vendíamos los cerdos que criábamos y corderos que comprábamos.

Mi hijo José Antonio nació en 1974.

Juanjo de Chongastán y José Antonio, en Chía.

 

 

 

 

 

 

 

 

Mi marido murió el 8 de junio de 2012.

¿Qué le parecen los avances tecnológicos, cómo han cambiado la vida de las mujeres?

Yo siempre he visto la luz en casa y en Chía, aunque había pocas bombillas en la calle.

Íbamos a buscar el agua al poset de casa Matías con un palo en el cuello y un pozal en cada punta, era la collada.

Para lavar la ropa y los menudos de los corderos había que ir a los lavaderos: en La Canal, en el de Baix… ¡Teníamos sabañones en cantidad, en las manos y en los pies! En invierno teníamos que romper el hielo para poder lavar.

Ahora todo es fácil: cocinar, lavar, comprar, ir y venir, calentarse… todo… nada que ver con lo de antes.

¿Qué echa de menos?

Los días de la escuela y jugar con las amigas.

¿Una afición?

He cosido mucho y muy bien. Me ha gustado siempre. Y las flores, ¡me encanta cuidarme de ellas!

¿Un recuerdo que le haga feliz?

Nos juntábamos con los de Chuana, Chongastán y Aceiterero para matar el cerdo. Era una fiesta. Lo pasábamos muy bien. Para ese día se preparaban trunfas dan sanc con la sangre de una oveja o un cordero que se había matado.

Hacíamos paté con el hígado del cerdo, lo fileteábamos para freírlo, luego se trituraba con anís en grano, sal y pimienta. Se conservaba en frascos al baño María y se comía durante el año para merendar o cenar con una rebanada de pan.

La familia en Los Llanos del Hospital (finales de los 90 – principios 2000)

¿Qué conserva de Chía?

Me acuerdo de muchas cosas. No me acuesto sin rezar a la Virgen de La Encontrada.

¿El secreto para llegar tan bien a los 86 años?

¡Qué sé yo! Lo que siempre he hecho es pasear una o dos horas después de comer, en invierno, y después de cenar, en verano.

Cuando vivía en Chía, íbamos andando a Castejón por el camino viejo, ¡tardábamos hora y pico! Luego, subíamos bien cargados con las compras que habíamos hecho.

Ahora, le doy a unos pedales sentada en el sillón.

¿Algún consejo para los que vienen detrás?

Cada vez hay menos gente en los pueblos, no lo entiendo. En la capital se va siempre corriendo y no se come bien. En los pueblos se vive mejor, más tranquilo, hay tiempo para comer y se hace más ejercicio.

 

© VILLA DE CHIA.   Puede utilizarse la información contenida en este blog citando la fuente siguiendo el patrón explicado en http://www.citethisforme.com/es/cite/blog siempre que sea sin fines lucrativos.

ENRIQUE CARRERA PERÉ, de casa Ramondarcas

Un 26 de febrero de 1938 nacía Enrique Carrera Peré en casa Ramondarcas de Chía. Hijo de Juan Antonio Carrera Delmás, de casa Ramondarcas, y de Florentina Peré Gabás, de Molinero de Villanova. Hace hoy 84 años.

¿Cuántos hermanos fueron?

Mi padre se casó dos veces y tuvo once hijos. Cinco de su primera mujer: Juan (de Treseta), José (de Bringuerón), Jesús (estuvo en Castejón), María (que se fue a Francia) y Pilar (fue a trabajar a Barbaruens). Seis de su segunda mujer: Emilio (el heredero), Josefina (marchó ta Benás), Manolo, Nieves, Félix y yo.

 

Casa Ramondarcas estaba frente a Qué Mateu. Los hijos mayores de mi padre ya no estaban en casa cuando nacimos los de la segunda mujer.

Galería de la antigua casa RAMONDARCAS, hoy desmontada. Dibujo de Ramón Prior Canales.
Frente a casa Mateu, a la derecha, entrada a la antigua casa RAMONDARCAS. Dibujo de Ramón Prior Canales.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Cómo era la vida en Chía en los años 30 y 40?

El agua había que ir a buscarla a la fuente o al pozo, porque no llegaba hasta las casas: íbamos al poset de Matías, a la pila de los praus de baix que está debajo de Qué Presín, a Puntillo, a la Canal… algunos tenían pozo, como Presín, Bringué, Mateu, Castán… luego ya llevaron el agua a la plaza. https://villadechia.es/saneamiento-de-aguas-de-chia/

La ropa se lavaba al final del prau de Cortina, en La Regalera que aún puede verse donde se arrodillaban las mujeres, también en La Canal, en Els Esguarans, debajo del Pradet de Presín, en la pila de baix

A finales de los 30 y principios de los 40 había soldados en Chía; recuerdo que se instalaron unos cuarenta en casa Aceiterero (estaba vacía porque se habían marchado a Francia). En una sola noche se comieron 4 ovejas, una de Ramondarcas. Muchos de los que tenían borda en Las Garrigas, marcharon para allá cuando la guerra. Los de Ramondarcas estuvimos un tiempo en la borda de La Garriga. Ahora está toda caída, también la cabaneta donde hacíamos fuego si llovía o hacía frío. Teníamos huerto y hacíamos turnos para regar con el agua que llegaba por la acequia.

Borda de Ramondarcas en ruinas.
Cabaneta junto a la borda

 

 

 

 

 

 

 

¿A qué jugaban de críos?

A los pitos (canicas), a la pelota y al frontón, con una pelota que golpeábamos con la mano contra la pared de los porches. ¡No veas cómo se te ponía la mano!

¿Qué recuerda del colegio?

Había escuela de chicos, en la primera planta del Ayuntamiento, y para las chicas entre el Ayuntamiento y casa Barbero, donde estuvo la centralita de teléfonos. Había que compaginar el colegio con ayudar en casa.

¿Por ejemplo?

A los diez años me acuerdo de ir de Chía a Seira solo, por el camino de Las Garrigas, para llevar corderos y 2 cabras a la carnicería que tenía Juan de García en Seira. Me volví por la tarde a Chía con las cabras que subieron por donde quisieron y yo detrás, porque no me sabía el camino.

A los 12 años trabajé un año en casa Presín; guardaba las ovejas, los machos, las yeguas y las vacas. Me pagaban una peseta al día. Fue el año que se casaron Trini de Pallás y José de Sansón, que se fueron a vivir a casa Pautorrén. De criado en Presín estaba Teodoro de Matías y luego José de Matías; después ellos marcharon a Guinea. Presín plantaba trigo en La Llaguna, las Espllanas, Cuancas, Cascalla, Ros, La Coma… un año a un lado, otro año al otro. Los peones segaban y yo ataba gavillas. El Turmogros no se sembraba, se guardaba para hacer yerba.

Cuando se hacía cal en Chía https://villadechia.es/forts-de-calsina/, la llevaba con dos burros a venderla en Cerler, por el camino de Sahún. Iba con mi hermano Emilio, yo tendría once o doce años.

Había muchas ovejas en Chía cuando yo era pequeño, más de 3.000: unas 300 en Qué Bringué y Vidal, 200 en Qué Presín y Castán, de 60 a 100 en las demás casas. Entonces no había muchas vacas, entre dos y seis por casa. Tenían mulas en Qué Bringué, Presín y Castán. Se recriaban en Chía y luego se vendían en Barbastro para trabajar en los campos de Castilla, se vendían muy caras.

Para poder comer, se sembraban guisantes, habas, patatas… se hacía huerto… Era muy sacrificado vivir en la montaña… Mucho trabajo para poder comer, para tener pan y para cuidar los animales. Llevamos el trigo al molino de El Run o al de Sesué, que se lo llevó la riada de 1963. Mi madre hacía el pan en el horno de Mateu, encima la ferrería.                                                                       

Un recuerdo de la mili

A los 22 años me fui a Melilla, era 1960. Nunca había salido del valle de Benasque y me sorprendieron mucho las costumbres de la gente de Melilla, la forma de vestir y de vivir. Hice un año y medio de mili, sin venir ni una sola vez a casa.

Al volver, estuve trabajando en casa Castán dos años, luego me fui 6 meses a la Monsanto de Monzón, y después a Guinea.

 

¿Qué hizo en Guinea?

El primer año las pasé negras con el jejen… ¡unos picotazos! Trabajé seis años en Casa Mallo, en las plantaciones de café y cacao. Estuve en Timbabé, que había dos patios, y en Bombe, que tenía tres. Estuve cuatro años seguidos y vine a España de vacaciones. Cuando volví a Guinea para otra campaña, en 1969, a los 26 días empezaron los tiros y tuvimos que refugiarnos unos 25 en el cuartel de la Guardia Civil de Santa Isabel, con Julio de Presín: estábamos de Arasán, Gabás, Benasque, de Chía los que más. Los guineanos le diren una buena paliza a Jesús del chalet. Desde Madrid nos obligaron a los españoles a volver, porque estaban matando a los blancos. Unos meses después volvimos cuatro (Barrau de San Feliu, José de Matías, Ángel Escalona -hermano de Bringuerón- y yo) con Joaquín de Solana de Barbaruens. Con los follones que había por la independencia de Guinea, estuvimos 15 días en Madrid esperando el visado.

De izq. a dcha.: Jesús Barrau de San Feliu, José Alins, José Martín de Matías, uno de Pepet de Liri y Enrique de Ramondarcas en el patio de Timbabé (isla de Fernando Poo en Guinea Ecuatorial). Finales de los años 60.

El último año me encontré sólo para controlar el patio de Timbabé, cuando habíamos estado siempre cuatro empleados para ocuparnos de ese patio. Venían los guardias de Macías para llenar su coche de gasoil a costa de las reservas de la finca. Después de varias veces, cuando me quejé, me decían que si fueran guardias civiles seguro que no me quejaría y que sería más amable… Tenía más de 30 años y, aunque ya me había acostumbrado al trópico y hubiera seguido, ya vi que se complicaba la cosa y que no era seguro seguir allí… mataron a más de uno.

¿Cuándo se casó?

Rosa de Bringué y yo nos casamos en 1972 en la catedral de Barbastro, para estar a medio camino de los familiares que venían a la boda. Nos casó Enrique Calvera Nerín, de Betrán de Villanova.

Nos instalamos a vivir en Zaragoza porque yo trabajaba en Campo Ebro, estuve casi 25 años en esa empresa. Hemos tenido una hija, Cristina.

 ¿Qué le gustaría que se conservara (o se recuperara) de Chía?

Cada uno tendrá sus prioridades o preferencias… pero si cada uno de nosotros se preocupara de mantener unos metros de camino, o de recuperar un lavadero o abrevadero, o de conservar una esquina de una ermita, o de rehacer un pedazo de muro que se cae, cada cual lo que más le toque el corazón,  lo tendríamos todo en perfecto estado de conservación.

¿Qué aconseja a los jóvenes?

Lo veo ahora más negro que antes. Hay que tener muchos estudios para “enganchar a trabajar” en un buen sitio. Explotan ahora mucho más que antes y hay mucho paro. Antes, podías ir a servir, a trabajar con uno o con otro, y bien contentos que íbamos. Y eso que se trabajaba 365 días al año, sin vacaciones; se paraba sólo el rato de ir a misa los días festivos.

¿Cómo le gustaría ser recordado?

La huella que quieres dejar es lo que te lleva a vivir plenamente según tus valores y principios. A mi edad te das cuenta de lo rápido que pasa la vida. He sido una persona trabajadora, honesta, sincera y competente.

Lo que cuenta, lo que queda es: cómo has vivido, cómo has superado tus miedos, cómo te has levantado cada vez que te has caído, lo que has hecho por los demás y cómo los has tratado. No es tanto «lo que haces», sino «cómo repercute o influye eso que haces» en mejorar la vida de los demás.

 

 

1El Alto Ésera dibujado. Ramón Prior Canales. Huesca, 1994.

 

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