ELS REIS D’ORIENT CABALGAN DESDE PROU LLUÉN

[Entrada publicada el 5 de enero de 2020 en Facebook VILLA DE CHIA]

El día 6 de enero finalizaban las fiestas de Navidad, que eran las más importantes del invierno, en las que los niños tenían (y tienen) un protagonismo importante, poniendo de manifiesto que son los garantes de perpetuar y mantener la familia y la sociedad.

La celebración de los Reyes Magos, coincidiendo con la Epifanía, es algo relativamente reciente. Es a partir del siglo XIX cuando empieza la tradición de que la víspera de Epifanía (que es la manifestación de Dios a los paganos) sea la noche en que los Reyes Magos reparten regalos a los niños.

Mosaico de los Reyes Magos en San Apolinar el Nuevo, en Rávena (Italia)

El Evangelio de San Mateo es el único que cita, de pasada, a los Reyes Magos. En la antigüedad, “mago” hacía referencia a sabio o a sacerdote; en cualquier caso, aquellos «magos» eran hombres con conocimientos en las estrellas y el firmamento.
– El teólogo Orígenes, en el siglo III propuso que fueran tres (uno por cada ofrenda que se hizo al niño Jesús).
– La primera noción de los nombres se tiene en el siglo VI a partir del mosaico de San Apolinar el Nuevo (Rávena).

 

Sarcófago de San Ramón en la catedral de Roda de Isábena (Huesca)

 

 

Todo lo que rodea a esta celebración hay que buscarlo en la larga tradición medieval.
– En el sarcófago de San Ramón (Ramón Guillermo, obispo de Roda de 1104 a 1126) en la catedral de Roda de Isábena, vemos representada la Adoración de los Reyes Magos.
– El texto de teatro más antiguo conservado en lengua castellana (en la Biblioteca Nacional) es el Auto de los Reyes Magos (s. XIII), en el que Melchor, Gaspar y Baltasar son “steleros” (astrólogos).

Y es en el siglo XV cuando se les atribuye representar los grupos humanos conocidos en esa época:
– europeos (Melchor, que ofrece oro por la realeza de Cristo, y representa la vejez),
– asiáticos (Gaspar, que ofrece incienso por la divinidad del niño, y representa la juventud) y
– africanos (Baltasar, que ofrece mirra -servía para embalsamar- por la humanidad de Jesús, y representa la madurez).

En muchas localidades el 6 de enero se escribía en la entrada de casas y cuadras, G.B.M (las iniciales de los tres magos de menor a mayor) para proteger a las personas y a los animales de brujas, demonios y enfermedades.

Familia Mur Mora. Detrás: Luis, Amelia. Delante: Melita, MªJosé

Hasta mediados del siglo XX los regalos eran bien sencillos; pero el misterio, la ilusión, la fantasía de pensar en unos seres “mágicos” que venían de muy lejos con alguna sorpresa, eran ingredientes suficientes para que la noche y el día de los Reyes Magos se esperaran siempre con entusiasmo. Se dejaban los zapatos, abarcas o alpargatas en la ventana o el balcón, con agua, ordio o cebada para los camellos o caballos. Los regalos recibidos eran guirlaches, mandarinas, peladillas, o alguna moneda en el mejor de los casos. Lo de los juguetes es algo que vino después.

María José Mur Mora, de casa Siresa, recuerda cómo vivían y disfrutaban de esta noche mágica (pinchar con el ratón en la flecha blanca del círculo naranja para escuchar el audio).

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