LA CAMPANA DE LA ENCONTRADA

Al inicio de la guerra civil, la provincia de Huesca quedó dividida entre los dos bandos; los pueblos del valle de Benasque quedaron bajo el control del Frente Popular. La columna anarquista «Los Aguiluchos» que mandaba Hilario Salanova «El Negus» llegó al valle entre el 24 y 25 de julio de 1936, donde crearon el Comité Antifascista de Benasque (Comité de Investigación y Comité de Enlace). Este valle, eminentemente ganadero, contaba con dos sindicatos (UGT y CNT) creados para los obreros de la mina de pirita de Cerler. Los Aguiluchos, con el apoyo de los anarquistas del valle, durante varios meses realizaron detenciones de «enemigos de la república», destruyeron iglesias, desmontaron las campanas para fundirlas, se apropiaron de propiedades privadas y bienes particulares, y asesinaron a los detenidos. El valle estuvo bajo control del bando republicano hasta principios de abril de 1938.

Espadaña de la ermita de La Encontrada de Chía. 2020.

La ermita de La Encontrada tiene una pequeña espadaña de un ojo que alberga una campana. Al principio de la guerra civil la campana fue puesta a buen recaudo en Ramastué por algún devoto vecino de Chía (que no hemos podido identificar), con el fin de preservarla del expolio y las iras de la guerra.  Si se hubiera hecho lo mismo con la imagen románica de la Virgen, hoy todavía presidiría el altar de la ermita. Aunque, claro está, una campana era más fácil de esconder y transportar en burro que la talla de la Virgen.   https://www.facebook.com/watch/?v=806686876952002

Pasada la guerra, Mosén Ramón Castel Sopena, natural de Espés Alto, fue designado párroco de Chía, entre otros pueblos de este valle, a los que dedicó su vida hasta que se jubiló. Varias generaciones han conocido sus sermones incisivos, su voz y talante que imponían, así como su particular ingenio.

 

Chía, años 60 del siglo XX. FOTO: Casa Matías.
Recordatorio de Casa Cubera, de Castejón de Sos

Contaba que se libró de que lo mataran al principio de la guerra, durante las incursiones de Los Aguiluchos porque se escondió dentro de una feixina (montón cónico de gavillas, con las espigas en lo alto, cubierto por una gavilla como caperuza, para conservar la mies en el campo después de segada) en uno de los campos de Espés. Los milicianos «pinchaban» todas las feixinas, pero tuvo la suerte de que en el proceso de búsqueda no llegaron a «pinchar» la feixina que le ocultaba. En 1983 celebraba los 50 años de sacerdote.

Finalizada la guerra, hace ya más de 80 años, un vecino de Ramastué le dijo a Mosén Ramón que tenían en el citado pueblo del solano una campana que ponía «La Encontrada» y que debía ser de Chía; aunque, como suele pasar, unos querían devolverla y otros no. Sansot y otro vecino de Chía acompañaron al párroco a buscar la campana y la trajeron hasta Chía con un burro, para volver a colocarla en la ermita.

 

Después de tantos años, parece que toca reparar el yugo de madera que sujeta la campana en la espadaña; cuando se descuelgue haremos una foto de la grabación que hay en el pie de la campana y la incluiremos en esta entrada.

Agradecemos la iniciativa (y acertada visión de los acontecimientos) que tuvo nuestro vecino cardigaso  para poner la campana a salvo.

 

 

 

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