LA DESPIERTA Y EL ROSARIO DE LA AURORA

Esta nueva entrada del blog tenemos que agradecérsela a Mª José Mur Mora, de casa Siresa, quien recordó haber participado siendo muy niña en La Despierta, de la mano de Pili de Sansón. Así que pusimos en marcha “la maquinaria” y hemos consultado con Luisa de Barbero, Feli de Gregoria, Carmina de Presín, Julia de Taberna y Soledad de Toña, todas ellas de más de 90 años, y con Asunción de Ramonot.

En Chía, todos los días de Cuaresma se levantaban muy pronto las mujeres y niños, aún de noche, para recorrer todas las calles portando faroles y despertar a todos cantando coplas que hacían alusión al Rosario, para terminar en la iglesia rezando el Rosario, coincidiendo con el amanecer del nuevo día. Al salir, comían coca porque entonces “se pastaba” en todas las casas; así que un día en una casa, otro día en otra, recogían coca al pasar despertando a todo el pueblo.

Virgen del Rosario con el Niño (1650-1655) de Bartolomé Esteban Murillo. Museo de El Prado, sala XVI.

Mª José recuerda una de las estrofas que cantaban en Chía decía:

Un devoto por ir al Rosario,

por una ventana se quiso tirar;

Y al decir Dios te Salve María,

cayó de rodillas y no se hizo mal.

Alicia Mur Mur, hija de José Mur de Dorotea y María Mur de Garsía, recuerda éstas:

El demonio en la oreja te está diciendo:

“No vayas al Rosario, sigue durmiendo”.

Viva María, Viva el Rosario,

Viva el Santo Domingo que lo ha fundado.

 

Labrador, si tú quieres frutos del campo,

con tu esposa y tus hijos reza el Rosario.

Viva María, Viva el Rosario,

Viva el Santo Domingo que lo ha fundado.

En otros pueblos de España “La Despierta” se hacía en octubre, hasta el día de Todos Santos; en otros, los viernes y domingos de Cuaresma; en otros, todo el invierno; y en otros, durante el mes de mayo. Buscando la tonadilla de la melodía de las estrofas que se cantaban en Chía, hemos encontrado este enlace en YOUTUBE https://youtu.be/q3okEx-PnxE que reproduce la melodía, aunque las letras de las estrofas varían de una localidad a otra. De hecho, se han documentado más de cien estrofas. Evidentemente, en Chía carecemos de fuentes documentales escritas y esta “despierta” se ha basado en una tradición oral que se ha transmitido de una generación a otra.  Lanzamos un brindis al aire y animamos a nuestros mayores a que nos escriban las estrofas (o versos) que recuerden y poder así recopilar algunas de aquellas coplas.

El Rosario es un rezo católico que recuerda, en 20 misterios (antes 15), la vida de Jesucristo y la Virgen María. Después de cada misterio se reza un Padrenuestro, diez Ave María y un Gloria. Es la forma de alabar a la Virgen ciento cincuenta veces (si contamos 15 misterios), como son 150 los salmos del salterio de David.

Como en casi todo lo que se remonta a siglos atrás y carece de evidencias documentales claras, hay varias versiones. En cuanto al origen del rezo del Rosario hemos encontrado las siguientes versiones que bien pueden ser compatibles entre sí:

  • en el siglo IX se instauró como forma fácil de recitar oraciones para aquellos que no sabían leer, en Irlanda en el siglo X hacían nudos en un cordel para no descontarse en el rezo de las avemarías;
  • en el siglo XIII se aparece la Virgen, con un rosario en la mano, a Santo Domingo de Guzmán (fundador de la Orden de los Dominicos o Predicadores) para pedirle que lo rezara y lo difundiera por el mundo;
  • los alemanes defienden que en el siglo XV recuperó su rezo el beato Alano de la Roca en Colonia (Alemania);
  • pero el verdadero impulso al rezo del Rosario llegó con la Batalla de Lepanto el 7 de octubre de 1571, mientras el Papa Pío V rezaba el Rosario (era de la Orden de Santo Domingo de Guzmán y confiaba plenamente en el poder del Rosario) y miles de cristianos hacían lo mismo. Quedó documentada la visión que tuvo el pontífice de haber ganado la batalla, antes de que se recibiera en Roma la noticia del desenlace. Quiso el Papa que esta victoria de La Liga Santa (y católica) sobre el Imperio Turco (y musulmán) no fuera olvidada por la Cristiandad y popularizó el rezo del Rosario que pasó de ser una oración de los religiosos a una oración popular. Una victoria que cambió el rumbo de la historia; de esta batalla dijo Miguel de Cervantes: «la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros»1. Comandaba las tropas cristianas un jovencísimo Juan de Austria, bisnieto de los Reyes Católicos, hijo del Emperador Carlos I, hermanastro de Felipe II.

El senado veneciano puso la siguiente inscripción en el cuadro de la batalla de Lepanto: “Non virtus, non arma, non duces, sed Maria Rosarii Victores nos fecit”; o sea, “Ni las tropas ni las armas, ni los comandantes, sino la Virgen María del Rosario es la que nos dio la victoria”. Esta victoria fue «la prueba» del poder del rezo del Rosario para los cristianos del siglo XVI y XVII, el germen que popularizó su difusión.

El rezo del Rosario en masas surgió en Sevilla en la segunda mitad del siglo XVII2, desde donde se extendió a toda Andalucía, España y América. Romero2 señala sobre el siglo XVII: “va a marcar profundamente la religiosidad española y europea en relación con diversas coyunturas socio-económicas, catástrofes o epidemias como la terrible coyuntura de la Peste, sobre todo en determinadas zonas como Andalucía”. La firme creencia en el poder de la devoción y rezo del Rosario es la explicación de las manifestaciones populares en masa, junto con las indulgencias añadidas por el Papa Inocencio XI en dicho siglo. Hay en Sevilla un primer “directorio de Rosario público” fechado en 1691.

Es entre el siglo XVII y XVIII cuando se fundan la mayoría de las cofradías marianas. El Rosario de la Aurora tiene sus orígenes en el siglo XVIII, una manifestación popular que no precisaba sacerdote, que se realizaba al amanecer. En las localidades con varias cofradías solía haber rivalidad por pasar por determinadas calles, en las que se recogía “mejor donativo”, o simplemente rivalidad por diferencias políticas entre unos y otros, lo que generaba peleas y altercados entre cofradías; pero también era motivo de disputa el horario en que se realizaban, nocturno o al alba. De ahí  lo de “han terminado como el Rosario de la Aurora”, o sea, mal.

 

 

 

 

 

 

 

 

En Chía hubo más de una cofradía, una en cada parroquia, la del Carmen y la del Rosario, con el fin de facilitar los enterramientos y funerales; también nos consta la Cofradía del Nombre de Jesús, fundada el 15 de abril de 1602 a instancia de los dominicos de Graus y adscrita a la iglesia parroquial de San Vicente. De todas ellas hablaremos otro día. No tenemos la certeza de que la tradición de “La Despierta” surgiera desde la cofradía del Nombre de Jesús; pero atendiendo al contexto histórico (siglo XVII) y a la relación de los dominicos con la difusión del Rosario, hemos de inclinarnos a pensar que así fue. La Cofradía del Rosario nos consta como fundada en 1760 y adscrita a la parroquia de San Vicente; quizás fue resultado de cambiar el nombre a la del Nombre de Jesús. Lo que aquí se recuerda es el frío que hacía y la pereza que daba tener que salir de la cama para “correr las calles” y luego rezar el Rosario quietos en la iglesia, que estaba helada.

Mª Pilar Pallaruelo, de casa Chuana nos cuenta: – Yo, la moseta de Chuana, cantaba en cuaresma para despertar a la gente para que fueran al rosario. Una de las coplas era: “El rosario de las mañanitas es para los pobres que no tienen pan y los ricos están en la cama tocándose las tripas de fartos que están”. La cantamos delante de casa Presín; subió Amelia al rosario y nos cayó una bronca monumental, por parte de ella y no te digo la de mis padres. No lo he olvidado nunca. Éramos la juventud de aquella época los que cantábamos llamando al rosario, más bien niños entre 10 y 14 años.

José Antonio Río, de casa Bringué recuerda: – Íbamos a cantar y tocar la despierta -entre 6 y 7 de la mañana- o llamar para el rosario por la tarde en Semana Santa, al anochecer, porque en esa semana no se podían tocar las campanas. Íbamos por todo el pueblo con la matraca y la garrucha (la carraca), gritando “La primera del rosario”, o bien, “La primera y última del rosario” cuando no había tiempo para pasar más veces.

Esta es una tradición que se está recuperando en algunos pueblos de España, entre ellos, Graus y Campo. En Chía se dejó de hacer a finales de los años 60.

 

1Miguel de Cervantes, Novelas Ejemplares, prólogo.

2Romero Mensaque, Carlos José (2012). El fenómeno de los rosarios públicos en España durante la época moderna. Estado actual de la cuestión. Revista de Humanidades n. 19, artículo 4, ISSN 2340-8995.

 

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