Así las cosas, y en los tiempos que corren, nos parece oportuno hacer promoción de nuestro Valle. Hemos sacado de la librería una monografía de «colección pirineísta» en la que su autor defendía las maravillas de este, nuestro valle: “Es lamentable que prestemos atención a lo lejano y exótico, y descuidemos el conocimiento, el cuidado de lo que siendo propio y digno de conocerse y admirarse, está dentro del solar hispano […]. Se gastan millones en viajes por el extranjero, unos por placer o bambolla, y otros por necesidades imperiosas de la salud, salen a millares a playas y sierras, nacionales y extranjeros, desconociendo que dentro de España hay rincones privilegiados cuyas bellezas y condiciones sanitarias son excepcionales”.
«De tales bellezas no pudieron disfrutar nuestros antecesores, porque la Naturaleza avara, teniéndolas por su mayor tesoro, las escondió dentro de un círculo de montañas que forman una barrera casi inaccesible y a la cual no se pudo llegar, sin grandes molestias y riesgos, hasta fines del siglo pasado. Y aún a principios del corriente, para verla era preciso viajar desde que se dejaba el tren en Barbastro, primero en coche diligencia hasta Graus, desde allí, saliendo a media noche en una tartana incómoda y ¿guiada? por un tal Maltiempo, que dormía durante todo el que tardaba en llegar la luz del día sin importarle un ardite la suerte de los viajeros, hasta el mesón de Puente Argoné, de este a la venta de Abi, en caballería tozuda por la carretera en construcción; y desde dicha venta, bien a pie, por dentro de la garganta de Ventamillo (sorteando los pedruscos desprendidos por los barrenos, entre vagonetas, carretillas y herramientas empleadas en aquella obra titánica) bien a caballo,, por la parte de arriba.» (p.5)
El valle de Benasque y sus maravillas es la primera guía turística del valle de Benasque y una de las primeras guías sobre el Pirineo Aragonés. Fue escrita por Severo Curiá y se publicó Santa Cruz de Tenerife en 1926. Es una pequeña joya de 78 páginas, un mapa y 54 fotograbados (18 propiedad del Centro Excursionista de Cataluña).
El mapa o croquis fue dibujado por Juan Sánchez Prado a partir de los datos de Severo Curiá y mapas españoles y franceses.
Severo Curiá Martínez nació en Ayora (Valencia) el 25 de mayo de 1868. Fue veterinario interino en San Sebastián, hasta acceder por oposición al Cuerpo de Inspectores de Higiene Pecuaria y Sanidad Veterinaria. Su primer destino en el citado Cuerpo fue Benasque, donde estuvo de febrero de 1910 a agosto de 1915, cuando fue trasladado a Santa Cruz de Tenerife para ocupar el puesto de jefe provincial veterinario. Falleció el 28 de febrero de 1956 a los 87 años de edad.
Dice su autor: el principal objeto, de este libro, es propagar por donde pueda, el conocimiento de aquellas maravillas y del valle que las encierra, que es uno de los más pintorescos y grandiosos de nuestra patria. Hay que decir que los años que estuvo Severo Curiá en nuestro valle, se estaba construyendo la central de Siera y la carretera de Seira a Benasque.
En «LA MEDICINA CANARIA» de 28 de febrero de 1926 publicaron: «El estilo depurado de un lenguaje galano, en el que fielmente se reflejan las emociones sentidas, logrando lo que aún más le asegura el mérito extraordinario, que es comunicar esa emotividad al que lee aquellas líneas en que brillan una amenidad y un interés por demás raros en las obras del género que nos ocupa».
Por supuesto, el DIARIO DE HUESCA también se hizo eco -como no podía ser de otro modo- de esta publicación el 31 de marzo de 1926, hace 94 años.
Toda la monografía merece una lectura detenida, pero entresacamos los siguientes párrafos por su relación con temas de rabiosa actualidad:
«(…) se cosechan trigos, cebadas y centenos (…) y se cogen habas, alubias, guisantes, lentejas, coles, lechugas, y otras legumbres y hortalizas; produciéndose también bastante remolacha y, sobre todo, patata abundante y de buena calidad.» (p.19)
«En el valle de Benasque hace mucho tiempo que desparecieron los lobos, los jabalíes y las cabras monteses. Y el oso pardo solo hace su aparición de cuando en cuando, generalmente por Vallivierna y procedente de las montañas de Arán o de Pallars.» (p.20)
«Cuenta el valle de Benasque con unos 5000 hab. de derecho y 3600 de hecho, que dan una densidad de 8’57 por km2. Algo mayor que la de los otros valles del Alto Aragón y menor que la del de Arán. Esta población ha disminuido grandemente a causa de la emigración, especialmente a Francia, hasta el extremo de que solamente el municipio de Benasque en un cuarto de siglo ha perdido en su estadística 334 hab y cerrado más de setenta casas.Y aún ha sido mayor, proporcionalmente, la despoblación de Chía.» (p.21)
«Desde Madrid, el viaje más breve, cómodo y económico es por Selgua y Barbastro. En esta ciudad se toma el automóvil hasta Graus, en donde se pernocta y se sale a la madrugada para llegar a Benasque a las 10 de la mañana. En este viaje se pasa noche en el tren y se invierten 38 horas, incluidas las de pernoctación. Puede hacerse más rápido, cogiendo el exprés hasta Monzón, desde cuya ciudad sale un auto para Barbastro, Graus y Benasque, durando el viaje 24 horas, incluyendo las que tarda en salir el automóvil. Desde Barcelona se hace el viaje en 15 horas, saliendo a las 6 y media de la tarde, cogiendo el auto en Monzón y llegando a Benasque a las 10 del día siguiente .» (p. 25)
«Ventamillo hay que pasarlo mejor que en auto o en coche, en carro o en caballería, o mejor aún, a pie; para poder contemplar despacio las aguas alborotadas que saltan por el fondo del barranco; las gorjas, las peñas, los muros de la carretera, la maleza de las orillas, las guirnaldas de flores, la cinta azul del cielo, la estrechez de la cortadura y la altura de sus murallas.» (p.34)
Describe con precisión un montón de rutas y excursiones, además de establecer un programa de visitas en función de los días disponibles (6, 10, 15) y toda una serie de consejos prácticos sobre los itinerarios, descansos, comidas, prevención de accidentes, ropa, equipamiento y qué hacer en caso de esguince, congelaciones o mal de montaña. Consejos, la mayoría, bastante acertados; por ejemplo: «En las subidas, hablar poco; beber, menos; fumar, nada; llevar cerrada la boca y respirar por la nariz». (p.29)
Curioso es el episodio de cuando asciende al Teide con José Sayó, Pepe el de Llausia, por poco conocido y especialmente poético es el capítulo que titula EL VALLE GALANO Y SONORO con el que cierra esta monografía. No podemos terminar sin recordar los precios de hace casi cien años: «El precio del hospedaje en posadas, fondas, Los Baños y el Hospital oscila entre seis y doce pesetas. En el chalet de La Renclusa cuesta el servicio completo (desayuno, almuerzo, comida y cama) 19 pesetas; lo que supone un hospedaje sumamente barato si se tienen en cuenta las condiciones de alejamiento de todo poblado, la situación favorable y el trato excelente de mesa y cama de tan importante refugio.»
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