12 de enero, SAN VICTORIÁN.
[Entrada publicada el 12 de enero de 2020 en Facebook VILLA DE CHIA]
La Villa de Chía estuvo vinculada al monasterio de San Victorián de Sobrarbe desde el siglo XII hasta mediados del siglo XIX; eso sí, con más o menos disputas, primero con los señores feudales y los obispos de Roda y Lérida, y con el obispo de Barbastro a partir de 1571. Por eso es importante conocer los orígenes y el papel de este monasterio en la vida de nuestros antepasados.
San Victorián (Beturián en estas tierras) nació en Italia en el 478. Era un hombre bueno y con aptitudes para curar a los enfermos; rápidamente se hizo famoso. Se cree fuera compañero y discípulo de San Benito (480-547), iniciador de la vida monástica en Occidente (con la orden benedictina) y patrón de Europa. Circunstancias de la vida lo hicieron partir a Francia y luego atravesar los Pirineos. Llegó a Laspuña sobre el 530, donde hizo algunos milagros, y estuvo viviendo en una cueva (La Espelunga), cerca del Monasterio de San Martín de Asán (considerado uno de los primeros monasterios hispanos). Los monjes le invitaron a trasladarse al monasterio y allí pasó los últimos 20 años de su vida, en los que San Victorián enseñó a los monjes a conciliar la vida de ermitaño con la vida monacal construyendo celdas individuales y un centro de culto comunitario. Murió siendo abad de San Martín de Asán y éste pasó a llamarse, en el siglo VI, de San Victorián. Hasta aquí lo que “cuentan” los paneles informativos del Gobierno de Aragón ubicados en el acceso al Real Monasterio de San Victorián.
Ahora, un resumen de las publicaciones de los últimos años.
– Se ha propuesto que el Monasterio de Asán estaba ubicado en Quicena (Ubieto, p.13 y Mur, p. 88) en las proximidades de Montearagón, a orillas del río Flumen, y no bajo la Peña Montañesa. Mur explica que ofrecieron a San Victorián una propiedad en Arasarre (Isarre) cerca de Santolaria, en el barranco de Vadiello, en la vertiente sur de la Sierra de Guara, a 17 km de Huesca, para estar más “accesible” a las gentes. En este Monasterio de Asán próximo a Montearagón se formaban los obispos para la zona oriental del Pirineo durante los primeros siglos de la cristiandad en la península, en la época visigoda (referencias). Como consecuencia de la hostilidad de los árabes, sería en el siglo X cuando los monjes de Asán huyeron con las reliquias del santo para ir a refugiarse en esta zona del Pirineo, donde construyeron una iglesia junto al castillo de San Martín, que dio origen en el siglo XI al monasterio benedictino de San Victorián de Sobrarbe.
– En el Breviario de Historia de Aragón (CAI. Zaragoza 2001) se atribuye al rey Gesaleico la construcción de Santa María de Asán en el siglo VI -que no San Martín de Asán-, ¿un error de transcripción?
– Hay constancia documental del testamento del diácono Vicente, luego obispo de Huesca, que legó todos sus bienes al Monasterio de Asán, siendo abad San Victorián y testigo del testamento.
– Recientemente se han localizado cuatro documentos de la época visigoda, datados entre 522 y 586 que se consideran parte del cartarario de San Martín de Asán que heredó el monasterio de San Victorián (Tomás-Faci G y Martín Iglesias JC, 2017). Los autores confirman, en base a evidencias materiales y escritas, el origen visigodo de San Martín de Asán, su ubicación en la Peña Montañesa y el gobierno del abad Victorián.
Sea del todo verdad o no la historia de la vida de San Beturián, es certero que investigaciones arqueológicas sobre el terreno confirman el origen paleocristiano y prerrománico (época visigoda) de una primera construcción (fuera un castillo, una iglesia o un monasterio) ubicada en la falda de la Peña Montañesa, donde se construyó el monasterio del siglo XI siguiendo “la Regla” de San Victorián.
Gonzalo I, rey de Sobrarbe y Ribagorza, fue enterrado en 1045 en San Victorián. Su hermano Ramiro anexionó estos dos condados al de Aragón y constituyó así el Reino de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza. En la primavera de 1137 se reunieron el rey Ramiro II el monje y el conde Ramón Berenguer IV en este monasterio para tratar el compromiso de matrimonio del conde con Petronila, heredera del reino de Aragón. En agosto de 1137 se firmaron en Barbastro las condiciones del matrimonio que se celebraría 13 años después, cuando Doña Petronila había cumplido los 14 años.
El conjunto está en proceso de restauración desde 1993. Hay una iglesia del siglo XVIII, de la época de Felipe V, ruinas de dependencias de los monjes, del palacio abacial (s. XVI), un molino, torres y murallas de un complejo fortificado que ha sufrido incendios, ataques, derrumbes, reconstrucciones y ampliaciones a lo largo de quince siglos. La desamortización de 1835 y la Guerra Civil causaron importantes daños sobre el complejo y sus bienes. La mayor parte de su patrimonio se trasladó en los años 50 y 60 al Museo Diocesano de Barbastro y a la Catedral de la diócesis, algunas piezas se repartieron entre las iglesias de este obispado y el contenido del archivo biblioteca también quedó dividido.
Este Real Monasterio está situado a los pies de la Peña Montañesa, en el término de Los Molinos del municipio de El Pueyo de Araguás. La etapa de máximo esplendor fue en el siglo XI, a partir de 1071. Sus propiedades y derechos eran muchos ya desde Ramiro I (1006-1063), primer rey de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza; pero fue su hijo Sancho Ramírez (1043-1094) quien introdujo la reforma de Cluny y amplió el patrimonio del monasterio, su zona de influencia y prerrogativas. Los reyes aragoneses y sus caballeros creían que si llevaban a las batallas «contra el moro» el arca con las reliquias del santo, tenían la victoria asegurada. Y así fue en la conquista de Alquézar por Sancho Ramírez (1067) y de Huesca por Pedro I (1096), que donó la Villa de Chía (aunque no del todo como veremos otro día) al Monasterio de San Pedro de Taberna, que dependía de San Victorián desde 1076. El Monasterio de San Victorián ejerció su señorío en más de 50 pueblos entre los ríos Cinca y Ésera, habiendo recibido a finales del s.XI los monasterios de Obarra, Urmella y San Pedro de Taberna con, teóricamente, todas sus posesiones y derechos. Estos pasaron de ser monasterios independientes a ser dependientes del abad de San Victorián (por tanto, quedaron en prioratos).
El rey Alfonso I el Batallador donó de nuevo a San Victorián la Villa de Chía en 1126, que ya había sido donada a San Pedro de Taberna en 1099 por Pedro I (pero con una cláusula que ya comentaremos y por eso no fue ejecutada la donación). El documento de donación de Alfonso I fue copiado en 1353 en un registro del Archivo de la Corona de Aragón, junto a otras escrituras del Monasterio San Victorián de Sobrarbe. Este documento, inédito hasta hace pocos años, fue estudiado por el historiador Guillermo Tomás Faci; pero todo esto lo veremos en otro momento.
En el Archivo Histórico Nacional de Madrid (sección de clero) se conservan de este monasterio cerca de 500 pergaminos de entre 962 y 1818. Hay otro lote de pergaminos en Pamplona.
A pesar de su crucial papel en la historia de Aragón, el conjunto no fue declarado Bien de Interés Cultural hasta 2002. El Obispado de Barbastro cedió su parte al Gobierno de Aragón en 2008 y en 2011, después de comprar la parte que estaba en manos privadas, se abrió al público. Queda a 50 km de Chía por la carretera de Campo a Ainsa. En línea recta, por la montaña, a unos 20 km. Muy recomendable acercarse un día a recorrer el entorno del Real Monasterio (hay visitas guiadas los sábados y domingos), así como visitar el Museo Diocesano de Barbastro y la Catedral, donde se conserva parte del magnífico patrimonio artístico de este monasterio.
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