Durante la cuaresma era costumbre no hacer excesos. Los viernes de cuaresma eran días de ayuno y abstinencia: https://villadechia.es/marts-de-carnabal-y-mierques-de-senra/
Los domingos, sin embargo, independientemente del momento del ciclo litúrgico, eran siempre días festivos. Hoy en día se come pollo o cordero cualquier día, pero en tiempos de nuestros abuelos y en los siglos pasados, la carne se guardaba para días especiales. Un guiso de carne que se precie va bien acompañado de patatas para que «cunda» más y llene bien los estómagos.
Ya vemos muchos campos labrados en Chía, preparados para sembrar las patatas en pocas semanas. Sabemos que la patata se introdujo1 en el Valle de Benasque en 1793, de la mano de Joaquín Fernando Garay, conocido como el «Parmentier español» https://villadechia.es/la-patata-de-chia-ii/. Progresivamente pasó a formar parte fundamental de la dieta de los montañeses de este valle. Y todos conocemos la calidad de las patatas de Chía; la tierra, el agua y el microclima de nuestro pequeño valle lateral, oculto entre a Sierra de Chía y la Serreta, las hacen especialmente buenas. En 1912, en una noticia del Diario de Huesca, se hace referencia a la patata de Chía como una “marca”, como podía serlo la pera donguindo. Diario Huesca nov 1912
Son muy de aquí las trunfas dan sanc (patatas con sangre), el recau https://villadechia.es/cocina-tradicional-de-la-villa-de-chia/ y las trunfas colgadas (patatas asadas en ceniza y brasas, con una sardina en salmuera o arenque). Generosa de casa Mateu (casada con Emilio Río, de casa Sansón) nos explicó la receta de trunfas dan sanc https://villadechia.es/la-patata-de-chia-ii/. Hoy recuperamos la receta de los buñuelos de patata gracias a Carmina de Presín.
Ingredientes:
- 1 patata hervida
- 1 huevo
- sal
- 2 cucharadas de harina
Cuando la patata está cocida y fría, se pela y se chafa con un tenedor; después se añade el huevo sin batir y se mezcla con cuidado. Se añaden la sal y la harina, sin formar grumos. Siempre sin batir, se trabaja la masa mezclando los ingredientes con el tenedor. La mezcla ha de quedar un poco más espesa que las natillas. Cuando es homogénea, se van introduciendo cucharadas de la masa con cuidado en el aceite caliente.
Es fundamental, para asegurarnos el éxito de la fritura, que el aceite donde vayamos a freír nuestros buñuelos esté bien caliente. Esto va a hacer que la masa, al contacto con el aceite, forme rápidamente una costra. Esta costra evitará que penetre aceite en el interior de la masa y nos queden unos buñuelos aceitosos, pesados y difíciles de digerir. Se sirven calientes y bien escurridos de aceite.
La receta original es sin queso (gruyère o parmesano) y sin mantequilla; pero son ingredientes que se pueden incluir en la masa. Para gustos, los colores.
1 José Francisco Forniés Casals, (1977), La Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País en el periodo de la ilustración (1776-1808): sus relaciones con el artesanado y la industria, Confederación Española de Cajas de Ahorros, p. 182
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