Este documento fue localizado por José de casa Colau en el Archivo Diocesano, en el libro de Bautismos. Se cuenta un suceso que tuvo lugar tal día como hoy a las cinco de la mañana, hace justo 211 años. [Transcribimos con los mismos acentos, mayúsculas, signos de puntuación].
El día veinte del mes de Febrero del año mil ochocientos y nueve lue- go que tocaron las cinco de la mañana llamaron à la puerta de mi Abadía y habiéndose asomado Juan Gabas Hermitaño de la Encontrada, me dixo habian dejado una criatura à la puerta, la que al punto se puso en poder del Señor Alcalde de Chía, a quien encargué tomase relacion del Cirujano, y este me dixo tenia ya dicha criatura (segun su juicio) un mes de vida, y si la quería bautizar, por no llebar certificado de estarlo, respondi, que no te- niendo peligro grave, no la bautizaria; despues volvio el mismo Ciru- jo, y dixo haberla registrado, que era un Niño, que indicaba ser como de quatro dias de edad, le bauticé en esta Iglesia, subcondicione, se le puso por nombre Antonio: no hay noticia del lugar de su origen, ni sus Padres; fueron padrinos D. (¿?) Piquer Cirujano de Chía, y Dña. Ma- ria Theresa de Mur casada de Chía, à quienes leí el Monitorio del Ritu- al Romano, de que doy fé dia, mes y año, upsupra. Mosen Joaquin Fanoba.
Entre el siglo XVI y el XVIII había cirujanos de toga o de academia (los que habían estudiado en la academia y eran licenciados en medicina) y los de cuota o barberos (los que habían aprendido sobre la marcha). En el siglo XVIII escribió Moratín “como en España, cirujano y barbero eran un mismo oficio”; en efecto, el barbero también sacaba muelas, hacía amputaciones, ponían emplastos y hacían cirugía menor.
Es a partir de la segunda mitad del siglo XVIII cuando se organizó en España la formación de cirujano con la creación de los Colegios de Cirujanos de Cádiz (1748), Barcelona (1764) y Madrid (1787)1. Bien podría ser que el Cirujano Piquer que trabajaba en Chía saliera de alguna de estas escuelas creadas por el impulso de D. Pedro Virgili (1699-1776), precursor de la cirugía española. Desde el momento que apadrina al niño, debía tener recursos económicos para hacerlo. En los pueblos grandes y ciudades se dotaban los partidos de médicos y cirujanos; el pago era en dinero, casa, fanegas de trigo, exención de impuestos municipales, u otras propuestas2-3. Algunos servicios se pagaban aparte, como los partos. Por supuesto, se trataban de pequeños actos quirúrgicos. Es a partir de 1857, con la ley Moyano, cuando los pocos cirujanos de traje corto o de cuota o barberos-cirujanos que quedaban, equipararon su oficio al de practicante. La equiparación definitiva de los títulos de Médico y Cirujano llega en 1886 con un Real decreto del Ministerio de Fomento.
Como ya hemos dicho en alguna otra ocasión, Chía era villa, un municipio de envergadura en comparación con la mayoría de los de este territorio. Tenía justicia y también cirujano. Muy posiblemente, este «privilegio» de tener cirujano despareció un siglo después cuando la despoblación empezó a causar estragos en el siglo XIX y la carretera modificó la ruta principal.
Este documento, ha sido estudiado a fondo por José, de casa Colau. Es la persona que más ha investigado en cuestiones genealógicas de las casas de Chía y documentos legales relacionados con nuestra historia.
- «… a las cinco de la mañana llamaron a la puerta…» es una fórmula que se repite en decenas de casos que se registran en los libros. Una fórmula curiosa de sacar adelante los niños nacidos fuera del matrimonio en aquellos casos en que no había habido aborto. Los niños que se depositaban en las abadías no eran en muchos casos del mismo pueblo. En aquel tiempo, quedar embarazada fuera del matrimonio suponía un problema enorme, algo imposible de entender hoy, por lo que en muchos casos se recurría a intentar abortar de múltiples formas. El destino de estos niños eran los centros de hospicio.
- La reticencia del cura a bautizarlo estaba en que muchas veces ya había sido bautizado en el parto por otra persona. El Bautismo puede ser impartido por cualquiera si hay peligro de muerte. Así que cuando se les depositaba en las abadías, se les dejaba un papel diciendo que se les había bautizado y el nombre que se les había puesto. Es por esto que el párroco opta por la fórmula jurídico-canónica de hacerlo «bajo subconditione» ya que no hay certeza de ese bautismo, pues al mosén le parece raro que, si según el cirujano, tiene un mes, no haya sido bautizado. Opta por hacerlo cuando le aseguran que tiene sólo cuatro días.
- Juan Gabás es en ese momento el ermitaño de La Encontrada. En la relación que hace el párroco en 1808 dice que el ermitaño vive en la casa de La Encontrada. Seguramente que con el rigor de estas fechas (20 de febrero) compartía casa con el cura y otros en la abadía. Según esa relación del párroco, estaban en la abadía cinco personas, y se nombra a Joan Gabás, José Joaquín Fanoba (Vicario), Josef Soliva (ausente), Pedro Abad, Joaquín Sesé y Francisca Lleyda.
- En Chía había cirujano. También había una casa que se llamaba del Cirujano. El mismo cura dice que en 1808 que en esta casa había los siguientes: Félix Piquer, Francisco Piquer, Félix Piquer menor, Theresa Bruned, Antonia Plana, Joana Fondevila, Joaquina Piquer y María Piquer. Por la relación que se hace en el escrito, estaba situada entre casa Artasona y casa Mateo.
- En cuanto a María Teresa de Mur, se corresponde con una persona de Casa JOHANSAHUN (Chuansaún) 1786-1872: Joaquín Mur, Joseph Mur, María Mora, Joaquín Castán, Maria Theresa Mur, Nicolosa Sazaturnil, la criada, el criado, el pastor (ausente), el rabadán (ausente), eran los que formaban parte de la casa en 1808, con edad de estar obligados al Cumplimiento Pascual, confesión y comunión. Una casa en ese momento importane, ya que tenía varias personas a su servicio.
1RUEDA PEREZ, J.M. Nacimiento de la cirugía española en el siglo XVIII. Rev Hispanoam Hernia 2013;1(3):113-116.
2PESET ROIG, J. L. – PESET ROIG, M. (1968): “Salarios de médicos, cirujanos y médico-cirujanos rurales en España durante la primera mitad del siglo XIX”, Asclepio, XX, pp. 235-245.
3VIVAS PÉREZ, M.A. (2012): «Del Jarama al Tajo: Vacantes de boticarios, cirujanos, médicos y maestros en la Gaceta de Madrid, 1800-1850», Anales Complutenses, XXIV, pp. 275-303.
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